Por: Roberto Quintanar
La historia comienza a rubricar una realidad patente a los ojos del deporte blanco desde hace un par de años. Incluso la frialdad del número hace sentir esa presencia que los románticos quisieran quitarse de encima para conservar los relatos de esos tiempos que vivieron no hace muchos ayeres.
No hay marcha atrás. Dos nombres están encaminados a sentenciar las crónicas con nuevos papiros: Serena Williams y Novak Djokovic.
Empecemos por la estadounidense. Su presencia, calificada de arrogante por muchos aficionados, es ya sinónimo de dominio absoluto. No es únicamente esa innegable potencia física que sigue siendo poco común en las pistas; es la técnica depurada, la capacidad mental y la seguridad de que todo culminará con el trofeo entre sus manos.
Steffi Graff, la formidable alemana, está a un paso. Sus 22 títulos de Grand Slam podrían ser igualados en el próximo US Open, escenario que Serena ha conquistado los últimos tres años. Además, de mantenerse esa tendencia, el próximo año podría igualar y superar a la legendaria Margaret Court, quien sumó 24 grandes a lo largo de su carrera.
Williams tiene 33 años, pero su curva de rendimiento se mantiene constante y parece muy lejana a un punto de inflexión. Con un año más en el máximo nivel, estaríamos hablando de la mejor jugadora de todos los tiempos, una mujer que ha ganado lo que ha querido entre torneos Grand Slam (en singles, dobles y hasta mixtos), medallas olímpicas y Copa Federación.
Ahora vamos con el serbio. Nole apareció en escena con el silencio cómplice que precede al estruendo. Así despedazó una noche el duopolio Federer-Nadal. A pesar de que los pasos fueron lentos, Djokovic fue tomando posesión de tierras importantes en esta guerra de guerrillas por la corona del tenis.
Cuando el suizo y el español menos lo esperaban, Novak los hizo ver como el pasado. Este año ha sido la reafirmación de una tendencia innegable: Djokovic hizo ver como un jugador cualquiera a Nadal en la arcilla de Roland Garros. Aunque no se llevó el título, fue el culpable de que el de Manacor cediera su trono al suizo Stan Wawrinka.
Djokovic es también el único jugador que puede presumir haber vencido a Roger Federer en dos finales de Wimbledon. Con su victoria de este domingo, el balcánico sumó su noveno Grand Slam.
Nole tiene 28 años y, por su estilo de juego, le esperan por lo menos otros tres en el máximo nivel. Sus asignaturas pendientes son Roland Garros y los Juegos Olímpicos, pero el próximo año ambas competencias estarán esperando por él. Y por lo menos el torneo francés en algún momento será suyo.
Poniendo los números en una prospectiva favorable al serbio, en estos aproximadamente tres años que le restan en la cima del nivel tenístico podrían caer por lo menos siete títulos de Grand Slam incluyendo el próximo US Open y el caprichoso Abierto de Francia. Es decir, Nole está en camino de llegar a 16 trofeos mayores y ubicarse muy cerca del veterano Federer y sus 17 coronas.
Las leyendas del presente todavía tienen cuerda para serlo también del futuro. ¿Cuánto más nos regalarán Serena y Novak? ¿Alcanzarán el estatus de “mejor de todos los tiempos”? Las respuestas no esperarán mucho para ser respondidas.