Por Andrés Araujo
Todo empezó con una batalla a orillas del Río Manzanares. Los pupilos del desalmado y temido José Mourinho se perfilaban como favoritos ante la inexperiencia y cierta inocencia del ejército comandado por el catártico Diego Simeone. El invitado encontró el tesoro que había ido a buscar; logró que la emotiva conexión entre la grada del Vicente Calderón con sus once guerreros no fuese suficiente. Empate a cero en la boca del diablo; «esta serie se define en un partido… y es en Stamford Bridge», declaraba sonriente 'Mou'.
En el exclusivo recinto londinense, sede del duelo decisivo donde azules y rojiblancos se jugaban el boleto a la finalísima de la Champions League, no cabía nadie más. Cuando ambos conjuntos saltaron a la cancha para escuchar los célebres acordes del himno europeo, Fernando Torres seguía buscando argumentos para explicar por qué portaba la camiseta inglesa. Cuántas noches soñó a «su Atlético» en el duelo máximo a nivel de clubes; aquel que en su infancia lucía tan improbable como una invasión extraterrestre.
El apodado “Niño”, preso de este fútbol tan poco preocupado por el amor a la camiseta, a punto estuvo de truncar su sueño infantil cuando venció a Thibaut Courtois e inauguró el tanteador de Stamford Bridge.
Sin embargo, el Atlético de Madrid concretó lo improbable y silenció al estadio que ha vivido los episodios más crueles que uno pueda imaginarse. Adrián López, Diego Costa y Arda Turan saquearon la gabardina de José Mourinho arrebatándole Lisboa.
Diego Simeone gobernó la zona más lujosa de Londres por un día, agradeció a las madres de los futbolistas por «hacerlos con unos huevos tan grandes» y elogió a su homólogo lusitano. Como hiciera Koke en aquella noche real en el Santiago Bernabéu, clavó la bandera del Atlético en el centro de la cancha; el territorio que José Mourinho con tanto empeño había hecho parecer inquebrantable había sido tomado por los indios.
Fue por eso, quizá, que el estratega portugués le pidió a Roman Abramovich, magnate ruso dueño del Chelsea y de una cantidad industrial de yates, comprar la carta de aquellos que habían osado pisar de tan firme manera su territorio. A golpe de talonario y con contratos inalcanzables para la cúpula madrileña, Diego Costa, Tiago y Filipe Luis obligados se vieron a cambiar las franjas de los colchones por el elegante azul británico.
A escasos tres meses de la proeza, de aquel conjunto de guerreros que tomó Londres, sólo Juanfran, Godín, Miranda, Gabi, Koke, Arda y Raúl García continúan en la institución. Nos enamoró el Atleti 2014… pero a José Mourinho también.