Por: Roberto Quintanar
La final más épica disputada por América en sus 100 años de existencia fue sin dudas la del Clausura 2013, aquella en la que, de manera increíble, las Águilas arrebataron a Cruz Azul.
El ya icónico cabezazo de Moisés Muñoz en los últimos suspiros del duelo de vuelta en el Azteca, que llevó el partido al alargue y posteriormente a los penales, enmarcó un momento único e irrepetible.
Por varios torneos, el esqueleto de ese América de Miguel Herrera se mantuvo, emulando de alguna manera el espíritu, coraje y grandeza que aquella noche mostró el club más ganador de México.
Tres años y medio más tarde, sólo dos elementos de dicho plantel se mantienen en las filas del cuadro de Coapa: Paul Aguilar y Rubens Sambueza… y esta cantidad podría reducirse, toda vez que el argentino fue puesto transferible el día de ayer.
Moisés Muñoz, el héroe de la final del Clausura 2013, dejó Coapa por la puerta de atrás y decepcionado por el trato que recibió tras el contrato del argentino Agustín Marchesín; el Maza Rodríguez busca volver a ser titular con Cruz Azul luego de un semestre sombrío; Aquivaldo Mosquera imparte cátedra defensiva en su país; Jesús Molina, Adrián Aldrete, Juan Carlos Medina y Juan Carlos Valenzuela buscan ser importantes en otros clubes; Raúl Jiménez, Diego Reyes y Miguel Layún, autor del penal del título, brillan con luz propia en Europa; a Osvaldo Martínez y Ventura Alvarado les dieron las gracias tras el juego contra Tigres; y Chucho Benítez se embarcó en una aventura asiática de la que ya no volvió. Y con el resto del plantel ocurrieron cosas similares.
De ese América sólo queda el recuerdo. El tiempo no perdona a nadie… ni siquiera a aquellos que ayudaron a forjar una leyenda.