“¡Olvídense de Ronda Rousey!”; con ese grito desafiante, Amanda Nunes celebró su triunfo sobre una Rowdy que terminó casi noqueada, humillada y con el rostro muy maltratado.
Con el rostro limpio y sin una gota de sudor en su frente, la brasileña vociferaba sobre el ring: “¡Soy la mejor del mundo!”.
No le faltaba razón a la campeona gallo de la UFC. Para Ronda, esta era una prueba determinante; su futuro en las artes marciales mixtas dependía en gran medida del resultado del combate de anoche en Las Vegas.
Otrora temida y desafiante, de aquella Rousey que aplastaba a sus oponentes quedó sólo el recuerdo; una mirada seria, el semblante duro y nada más. Los golpes llegaron del otro lado, como una ametralladora implcabale que lastimaba el rostro que a últimas fechas hizo más fama en la pantalla grande que en los combates. Sólo 48 segundos después del inicio, todo llegó a su fin.
“Sabía que esto iba a pasar. Soy la mejor del planeta. Sé que aman a Ronda Rousey, pero ahora se va a ir a hacer películas y dinero. Yo soy la campeona”, aseguró Nunes tras el combate.
Al otro lado, la antigua campeona lucía decepcionada y contrariada. En su interior, la palabra retiro parece elocuente. Hace algunas semanas, ella misma lo había asegurado en el show de Ellen DeGeneres: “Será definitivamente una de mis últimas peleas”.
Con tres millones de dólares embolsados en una noche y el orgullo aplastado, Rowdy se retiró de la arena teniendo en claro que el final es cada vez más cercano. Por ese motivo no quiso hablar con la prensa… sólo se dejó querer por una solitaria fan que la abrazó antes de abordar el vehículo que la sacaría del sitio en el que vivió la peor noche de su carrera.