Por Lizeth Méndez
Si me pidieran describir en tres palabras a Cuauhtémoc Blanco, lo resumo en crack, ídolo y polémico. Para ser sincera, no hay manera para defenderlo de las controversias en las que fue protagonista dentro y fuera de la cancha. Genio con el balón, Cuauh también se lució con su peculiar forma de ser.
La eterna pelea con Ricardo La Volpe
Dicen nuestros ancestros que fue en 1996 cuando comenzó la mala relación entre los dos. Todo surgió debido a que el técnico argentino, entonces entrenador dl América, separó a Blanco y a Germán Villa del equipo titular por andar de indisciplinados. ¡Casi no le hayas Cuautemochas! La tensión aumentó con un festejo irreverente de Cuauhtémoc para burlarse del Bigotón, quien se cobró la afrenta años después dejándolo fuera del Mundial 2006. ¡Chale!
Sus inolvidables festejos
De estos se podría hacer una larga lista. Las celebraciones del eterno 10 eran espectaculares y, por supuesto, llenas de controversia. Por ejemplo, tenemos el perrito en que simuló orinar como canino en el poste de la portería luego de anotarle de penal a Celaya en el ´99. También está el zapateado de Copa Libertadores en 2004, o el Temo araña, por mencionar otro.
Insultos al árbitro
Ningún jugador quedaría fuera de esta categoría, pero nuestro Tlatoani es de los más famosos por hacerlo. Mentadas de madre, muecas y señas obscenas formaron parte de su repertorio. Hasta se daba el grado de imitarlos en su cara para mofarse de sus decisiones.
Peleonero
Al Temo se le daban bien las piñas. Entre las que se volvieron campales podemos recordar la de Verano ´99 en el clásico América-Chivas tras el puñetazo de Blanco a Robles. En 2004 en el partido de vuelta de Copa Libertadores contra Sao Caetano, el estadio Azteca fue testigo de la trifulca entre jugadores de ambos equipos. La bronca fue iniciada por Cuauhtémoc. ¡Hasta carretillas aparecieron en la pelea!
cumplidor de retos
Si lo buscaban, lo encontraban. Pregúntenle a Oswaldo Sánchez y Héctor López. Al portero le clavó dos goles en un clásico después de una semana en que San Oswaldo no se cansó de decir que Cuauh no le anotaría. Al defensor lo dejó tirado en el suelo y humillado como respuesta a dimes y diretes de que ningún zaguero le imponía.