Por José Castro
El San Luis no tiene ni una temporada trabajando como filial del Atlético de Madrid y los escándalos no han parado. Se han convertido en el hermano incómodo de la familia.
Los problemas empezaron cuando aún el equipo no había ni jugado su primer partido oficial, la afición acostumbrada a los colores azul y oro desaprobó totalmente el escudo, uniforme de local y los nuevos tonos del equipo en rojo y blanco. La afición se metió con los dirigentes y los acusó de ladrones de identidad.
Los problemas también se dieron en la cancha, van tres directores técnicos en menos de un año. En el primer semestre Chava Reyes no pudo meterse en zona de liguilla y le dieron las gracias; llegó un español, José Francisco Molina, quien en su presentación dijo que el futbol era lo mismo en México y en Asia, que podía con el equipo.
El gusto le duró poco, el domingo pasado fue destituido tras ocho juegos de liga y en medio de una gran polémica, pues junto a él también se marchó el director deportivo, Luis Torres Septién, porque diiicen pedían dinero a los jugadores para alinear en los partidos.
El negocio que han implementado no ha caído muy bien en los aficionados, recientemente el equipo del New York City fue a jugar un partido amistoso dentro de su pretemporada con boletos que iban de 600 a 900 pesos.
La respuesta no fue la que esperaban y aplicaron el 2×1 en todas las localidades, a los universitarios les dieron precio especial de 150 pesos y los abonados tenían tres entradas extras; ni con una firma de autógrafos encabezada por David Villa el lleno se pudo dar.
Para ponerle la cereza al pastel está el tema del posible no ascenso a la Liga MX, que no cayó muy bien en los dirigentes españoles. El CEO, Alberto Marrero, habló hasta de una demanda contra la liga por este tema.
¿Será la realidad que el Aleti esperaba encontrar en México?