Este sábado, juanfutbol estuvo presente en Old Trafford para el regreso del hijo pródigo. Curioso, nunca se fue, pero fue recibido como si llevara cinco años lejos de casa. Quizá celebraban la presencia del portero como un triunfo ante el poderoso Real Madrid. Lo cierto es que la presencia de De Gea se celebró más que la puesta de largo del millonario Martial. Cuestión de sentimientos.
Van Gaal, asunto De Gea al margen, puede respirar tranquilo tras derrotar al Liverpool. No es la primera ocasión en la que un vestidor se le amotina, pero si la ocasión que más le ha dolido. No esperaba que cuando Rooney y Carrick llamaron a su despacho era para pedir cambios en sus formas y en su fondo. Por lo menos, derrotó al eterno rival y pudo salir de Old Trafford con la cabeza alta.
La primera concesión a los jugadores llegó en forma de un once más ofensivo o cuando menos con más gusto por el buen futbol. La presencia de Herrera y Mata junto a Depay, apuntaban a un equipo ofensivo. La presencia de Fellaini en punta era la nota discordante, pero el holandés acertó eligiendo al belga en lugar del lesionado Rooney.
La anodina primera mitad, motivado en parte por un tacaño Liverpool, dio paso a un eléctrico United. Mata engañó a todos para asistir a Blind. El gol del holandés arruinó a un Liverpool que lo basaba todo en Benteke, maje justificó su fama con un golazo al más puro estilo de Hugo Sánchez.
De poco sirvió el gol. El partido estaba sentenciado y por si había alguna duda, por el tapete apareció Martial, el de los absurdos 80 millones de euros, para certificar la victoria de los Red Devils, justo lo que necesitaba la roja cara de Van Gaal, más cuestionado que nunca.
Old Trafford vivió una tarde perfecta de esas “que hacen diferente a este estadio. Me han hecho sentir muy feliz y emocionado” afirmó el gran amigo de Chicharito al término del partido. Felicidad que comparte con Van Gaal.