Por Mauricio Cabrera
Se agradece que América sea el América. El respeto a la esencia institucional tendría que ser una constante, pero en un futbol en el que los grandes cargan con debilidad mental y los chicos están demasiado preocupados por sobrevivir como para adherirse a un hilo conductor, que desde Coapa vengan golpes de autoridad es para alegrarse. No tanto por el equipo en sí, que ocupado en nutrir de talento el campo ha olvidado que la picardía tendría que venir a partir del cambio de técnico, sino para la Liga en general, tan urgida de protagonistas con fecha de caducidad a largo plazo que debería empeñarse en la construcción de rivales a vencer en la teoría, donde siempre se podrá argumentar la historia para construir villanos, mas también desde la práctica, terreno en el que vencer a uno se ha vuelto igual que vencer a otro. Una mera posibilidad del juego, tan elemental como que siempre se puede ganar, perder o empatar. Sin valores añadidos ni motivaciones agregadas.
El aterrizaje de Oribe es el mejor golpe estratégico que pudo dar el América. El de Landon, único capaz de superar el impacto de esta contratación, se ha vuelto tan utópico que más vale descartarlo de la lista de posibilidades. No es que Peralta sea odiado. Al contrario, se trata del futbolista más amado de los últimos tiempos, de aquel a quien Martinoli le juraba amor eterno, del que se robó corazones de millones pese a que durante años había sido percibido como un futbolista de pacotilla. El de las Águilas es un robo magistral. Hurtó al talismán anímico de los mexicanos en la Copa del Mundo, al único que parece capaz de codearse con los grandes después de que Vela dijera que no y Chicharito se volviera crack jugando Flappy Bird en la triste sociedad de los banqueados. Las ilusiones mexicanas en Brasil pasan por el América, desde el técnico hasta el delantero estelar, desde el pelo hasta la punta de los pies.
A falta de título, un golpe mediático que modificó el espejo en el que nos vemos. Si antes a Peralta se le permitía ser bello por estrategia comercial pese a la cruda realidad de su rostro, ahora el apodo será objeto de burlas, detonador de memes y pretexto perfecto para retratarlo como si fuera homosexual. Para muchos ha dejado de ser el Hermoso. Después de todo, a Coca Cola le conviene que el concepto se diluya y el América está habituado a tener feos con tanto amor propio que se manejan como guapos. Herrera y sus trajes a la medida aunque siguiera viéndose igual de mal, Muñoz con esa figura regordeta tan típica del que es elegido al último para ser portero en una cáscara escolar y ahora Oribe, feo como él solo, ,pero convencido de su carisma y talante. El buen americanista mantiene a tope la seguridad en sí mismo.
América será más odiado y más querido a partir de hoy. Lectura contundente para una directiva que sincronizó su acierto con la tradicional diarrea retórica de Chivas al comenzar la pretemporada. Las Águilas consiguen lo que Guadalajara busca. Soluciones en vez de enumeración de problemas. Mientras allá presentaban a un técnico que horas antes masajeaba la pluma para firmar con Correcaminos, acá se robaban a uno de los muy pocos delanteros mexicanos con facultades para ser ídolo.
Mohamed no puede quejarse. Se le ha dado una oportunidad que no merecía y un delantero por el que el resto suspiraba. Desde la mesa se ha enviado una señal: América debe seguir siendo odiado. Si su directiva no dudó en firmar a una contratación espectacular, Antonio deberá dejar las justificaciones de lado. No es que se le compare con Herrera, próximo a lanzarse al escarnio público una vez que México quede fuera de la Copa del Mundo, sino que desde su llegada ha estado demasiado ocupado buscando los argumentos para evadir la responsabilidad de que América sea el América. Así de simple.