Memo Ochoa se marchará del Málaga en poco menos de un mes. Y se irá sin dejar muchos amigos. Al menos eso es lo que parece sobre el papel y por lo escuchado en alguno de los protagonistas, los mismos que comparten vestuario con el mexicano, que parece haber vivido una temporada en el infierno tras su más que notable papel en el Mundial de Brasil.
Kameni ha sido su gran rival durante todo el año. Gracia se decantó por el camerunés y eso ha sido algo que el internacional mexicano no ha sabido nunca llevar de buen agrado. Apartado a la suplencia, Ochoa ha optado por encerrarse en su mundo y dar la espalda el día a día de su equipo. Profesional, su entrega en el trabajo diario, está fuera de toda duda, pero su adaptación al club y, en especial, al vestuario, no parece haber sido la mejor.
Nueve meses después de su aparición por La Rosaleda, su relación con Kameni continúa siendo inexistente. “Ochoa no me saluda. Lleva meses sin hacerlo”, ha declarado el portero titular del Málaga, resumiendo el estado en el que se encuentra la relación entre los dueños de los tres palos del club andaluz.
Ochoa llegó como estrella rutilante, con un gran Mundial a sus anchas espaldas, pero se va a ir estrellado y ni con una decena de partidos como titular para colocar en su curriculum. Málaga se preparaba para recibir a una avalancha de seguidores mexicanos, pero la realidad dice que la escasa participación de Ochoa (solo ha jugado en Copa), le ha impedido estrechar lazos con México y su fútbol.
Nunca aceptó la suplencia y esa falta de diálogo con Kameni es la mejor expresión de que algo falla y que su situación es insostenible. Se acerca el final de la temporada y Ochoa busca destino. No hay otra opción. Memo quiere jugar y no se siente cómodo con su situación. “Ni me habla ni me saluda desde la segunda jornada de Liga”, sentencia el camerunés esta misma semana.