Por: Ángel Armando Castellanos | @aranha_azul
Miguel Herrera está fuera de la Selección Mexicana. Pecados, más que razones, existen. Miguel ha cometido seis de los siete capitales y ha sido condenado por ello.
Ira
Al inicio fue visto como algo chistoso. Miguel enojado, fuera de sí dando instrucciones. De repente los árbitros eran sus víctimas, pero se le perdonaba porque “transmitía”. Cuando la ira se trasladó al micrófono para atacar a quien lo cuestionaba, comenzó su debacle.
Pereza
Se la vivió grabando comerciales. ¿El futbol? Un rato al estadio a ver un partido y listo. Mucho se le criticó su falta de trabajo. La selección carece de entendimiento total y la responsabilidad es suya.
Envidia
A Miguel le habría gustado tener el mismo poder que los árbitros. Cantar penales a favor, nunca en contra. Sus críticas contra ellos han sido una constante.
Soberbia
La falta de autocrítica comenzó después del partido contra Holanda del Mundial. Rara vez ha reconocido un error en un cambio o en un planteamiento inicial. El “tuvimos más oportunidades/tiempo el balón que el rival” ha sido su eterno escudo a la hora de hablar sobre las derrotas.
Avaricia
Desde que llegó al Tricolor entendió que comerciales no le iban a faltar. Tenía que grabar tantos como fuera posible para asegurar su futuro económico. La necesidad de ganar más y más dinero a costa de lo que fuera lo cegó. El resultado de su falta de trabajo en la cancha, ahí está.
Gula
Miguel se quiso comer todo el pastel mexicano solo. No se atrevió a delegar responsabilidades. Él era el responsable y no importaba lo demás. Sus auxiliares lo han entendido y no dieron muestras de cuestionar sus decisiones. La 'Ley Piojo' se aplicó a rajatabla estuviera bien o mal.