Por Fabián Rozo
El nuevo DT del verde tiene la obligación de títulos en el más campeón de Colombia. Recuperar la autoestima del plantel será definitivo para retomar el protagonismo.
La pésima campaña de Juan Manuel Lillo que alejó a la hinchada del Atanasio. Un segundo semestre en blanco. El título de Millonarios que quedó a uno de igualarlo en el primer lugar de vueltas olímpicas en Colombia. La final de la SuperLiga que está a un mes y será justamente contra los azules. Eran tantas las presiones que tenía la junta directiva de Nacional por elegir entrenador, que finalmente 14 después de la renuncia del DT español, encontró su sucesor en el exterior. En Argentina para más señas.
Aunque la primera opción era Ariel Holan, entrenador que la semana pasada levantó la Copa Sudamericana con Independiente, una vez este desestimó la oferta, el plan B fue Jorge Almirón, otro argentino que hizo historia con Lanús, al llevarlo a la final de la Libertadores que terminó perdiendo con Gremio.
Si bien el único grande que ha dirigido en su carrera es el rojo de Avellaneda, con el Granate lo ganó todo en su país: Liga, Copa y Supercopa. Pero más allá de los trofeos y medallas, lo que cuenta es el estilo con los que triunfó. Le dio una identidad al club del sur del gran Buenos Aires con un fútbol tan equilibrado como contundente.
Sus esquemas preferidos son el 4-3-3 y el 4-2-3-1, que advierten de entrada un alto volumen ofensivo. Una intención de ir siempre al frente, como le gusta al hincha de Nacional. De entrada, la aceptación está, aunque obviamente por su obligación de grande, además del cómo también estará la obligación de vuelta olímpica.
Semejante reto obliga a una inversión proporcional el nómina –Almirón será el entrenador mejor pagado en la historia del FPC con tres millones de dólares por dos temporadas-, pero también será labor del nuevo técnico recuperar la autoestima de un plantel que pese a tener herramientas para barrer en el Clausura, terminó eliminado por su falta de confianza, y lo peor de todo, de fútbol.
Mantener la columna vertebral Armani-Henríquez-Macnelly-Dayro es el primer paso. Luego vendrá el tema de refuerzos. Nombres como el de Camilo Zúñiga y Gio Moreno, aparte de ilusionar y traer de nuevo a la afición al estadio, ofrecen el talento y la experiencia suficientes para pensar el tricampeonato de la Libertadores y por supuesto, ampliar la ventaja a nivel doméstico.
Hay que poner dinero y Nacional lo tiene, pero no basta con traer, también se debe sacar provecho de la cantera verde, que domina a nivel departamental y nacional en distintas categorías y es ahí donde la mano de Almirón debe resultar definitiva para la promoción de jóvenes figuras que emprendan el recambio en una nómina ganadora, pero también desgastada por los años.
Sebastián Pérez y Marlos Moreno fueron los últimos ‘made in Nacional’ transferidos al exterior, pero hace ya meses que el equipo más ganador de Colombia no consolida a un canterano en el primer equipo y eso de por sí en una institución de su dimensión resulta inaceptable.
Vaya tareas las que le esperan al argentino que, si bien no estrena pasaporte, está frente al mayor reto de su carrera y esa presión de por sí se convierte en un arma de doble filo. Mayor espera no va a tener, los resultados urgen y tampoco hay excusa alguna para evadir semejante responsabilidad. Ah, y por si acaso, debutar oficialmente frente a su histórico rival y con título de por medio, le prohíbe un revés.