1.- No mentiré por capricho biliar. Mi corazón era holandés sólo por no ser argentino. A este Holanda de Van Gaal le admiro el astuto cambio de portero antes de los penales, por más que en un principio me pareciera una ridiculez, y el poderío de un ataque que se reservaba ochenta y cinco minutos para buscar matar en los últimos cinco. Pero dejando de lado el hígado y mi antipatía hacia la albiceleste, cuando menos Argentina intenta jugar al futbol. Por más que en la libreta de Van Gaal haya fórmulas para el éxito que los terrenales desconocemos, la sustancia de su propuesta era rácana para nosotros y para la historia de su futbol. Holanda pretendió ganar la Copa del Mundo siendo Grecia. Demasiada afrenta para Cruyff, para Gullit, para Van Bastan y hasta para un Robben que a ojos del mexicano se ve falso hasta cuando le cometen falta. Es mejor así. Argentina no juega bien, pero se divierte, y a estas alturas, ante un Holanda que ni eso hace, bienvenida sea la final con presencia pampera.
2.- Argentina ha sufrido de más. En cada partido y en cada día de esta Copa del Mundo. En la cancha, Messi ha resuelto casi todo. Pero afuera, la vida les ha enseñado a los argentinos que el juego se acaba en el rectángulo verde. Primero falleció la hija de Tití Fernández, periodista de Fox Sports, en un accidente automovilístico cuando se trasladaba de Sao Paulo a Belo Horizonte, después Di Stefano agradeció por última vez a su vieja, la pelota, antes de ir a parar a la tumba y hace unas horas, otra vez en Sao Paulo y otra vez en un accidente automovilístico, un periodista que cubría la Copa del Mundo perdió la vida. Para el ánimo popular tres vidas pueden ser poco, pero para cada uno de los afectados particulares seguro que el triunfo de su país es un remanso ante la cruda realidad.
3.- La libreta de Van Gaal también se equivoca. Si la inclusión de Krul ante Costa Rica infundió temor y desconcierto a unos costarricenses que sintieron que no era un hombre sino una bestia la que defendería el arco holandés, la no inclusión del mismo ante Argentino pareció convencer a sus propios jugadores de que se enfrentaban a una batalla perdida. Sólo Robben se vio sereno. Los demás acudieron temblorosos a la cita. Van Gaal creó un monstruo y lo mandó a dormir cuando debía soltarlo. Krul se quedó furioso, pensando, porque hasta a él engañó Louis un partido antes, que si él hubiera estado bajo los tres postes, hoy Holanda estaría en la final de la Copa del Mundo.
4.- Argentina tiene dos fuerzas para pensar en vencer a Alemania. Messi y aquello de América para los americanos. De ahí en fuera a los alemanes tendrían que coronarlos desde hoy. No se aprecia sector del terreno de juego en que funcione mejor Argentina que el equipo de Joachim Löw. La rotación de balón, la profundidad, el talento como conjunto y hasta el porte del técnico están del lado germano. Pero a los argentinos, aunque me duela decirlo, con frecuencia los saca a flote el amor propio, ese que Brasil no tuvo para cuando menos fingir lesiones con tal de congelar el ímpetu alemán en aquellos seis minutos que se convirtieron en eternidad.
5.- Sabella sería un digno personaje de Plaza Sésamo. Baja la cabeza como muppet desapareciendo del escenario, se queja en silencio ante las injusticias arbitrales y hace cómica mueca de dolor cuando ve cómo golpean a uno de sus jugadores. Su trabajo es ya histórico. Alejandro bien podría decirle al Piojo que ser el rey de los memes no equivale por fuerza a quedarte en la orilla. Se puede ser simpático y alcanzar, o cuando menos acariciar la gloria.
6.- Brasil debe agradecer que no le haya tocado Argentina en el partido por el tercer y cuarto lugar. Enfrentar a la albiceleste después del cataclismo habría significado demasiada presión y riesgo. No imagino un escenario en que después de remasterizar el Maracanazo, pero con mayores acciones de violencia, Brasil perdiera con Argentina para darle mayor valor a la cancioncilla en que con acento che les restriegan que son hijos de la albiceleste.
7.- Se agota el Mundial. Si en Sudáfrica me conmovió escuchar en Soccer City el Waka Waka por última ocasión, acá será aún mayor. El periodista que haya vivido el Mineirazo entiende que se ha llevado un pedazo de historia. La Final tendrá su valor, es un clásico mundial, pero lo de ayer no tiene nombre ni parangón. En esa supuesta película que vemos antes de morir, el Mineirao tendrá marcado protagonismo.