Por Mauricio Cabrera
1.- O ellos saben demasiado poco o nosotros somos más nacionalistas de lo que pensamos. La TV brasileña no paró de elogiar a Chicharito y Ochoa durante la transmisión del México-Portugal. Sobre Hernández, no se explicaban que Herrera lo tuviera refundido en la banca. Sobre Ochoa, señalaban que debía ser el titular. Y lo recalcaron con su espectacular manotazo sobre la línea de gol. “Punto para Ochoa”, decían. Entiendo dos cosas: o nosotros hemos llevado las discusiones a un terreno demasiado subjetivo o ellos se limitan a alabar al que juega en Europa. Quizás sea un poco de las dos, pero no haríamos mal escuchando las voces de los que nos ven muy de vez en cuando. Piénsenlo: si nosotros vemos a alguien a diario, cuesta detectar los cambios o necesidades. Si lo ves después de periodos prolongados, se hace una lectura más fina. Eso o estoy buscando dónde no.
2.- Y así como tienen recomendaciones, tienen sentencias. A la Selección no le ven futuro. En todo momento señalaron que Portugal era un mejor equipo, que lo será mucho más cuando Cristiano esté en la cancha. Para México, tuvieron palabras de elogio… sólo en el arco y en el ataque. Advierten que el Tri carece de capacidad creativa en el mediocampo y lo ven padeciendo demasiado al momento de elegir qué hacer con la pelota. Lo dicen ellos y nosotros. No hace falta ser adivino para darse cuenta de que a la Selección le falta rodaje y talento para estar entre los mejores del mundo.
3.- Twitter es un hervidero de pasiones. O eres un porrista descarado o un malinchista. Si como periodista eres lo primero, lo haces porque a las marcas que patrocinan al Tri, principales clientes de los medios de comunicación, podría molestarles que se hable mal de un producto al que están ligadas. Y si eres lo segundo, te acusan de traidor a la patria y de lastimar un producto que te ha dado de comer. Sugiero que dejemos la polarización de lado. No se puede esperar total objetividad. A México lo queremos. Comparemos entonces el amor a la Selección con el que se siente por una mujer. Ninguno de los dos es cien por ciento analítico. Detrás están pasiones, enojos, alegrías y tristezas. Algunos aman de manera apasionada, otros de manera cursi, unos más se alteran tanto que generan violencia, algunos se vuelven unos cursis, sentimentales. Dejemos de esperar que el comentario sobre futbol sea objetivo. Tenemos sentimientos, es parte de los seres humanos. Respetarlos es importante. Así que a amar al Tri como se nos dé la gana.
4.- Entre más voy a Sao Paulo más me enamoro del DF. La Ciudad de México será mugrosa e insegura, pero Sao Paulo le gana. El DF tendrá un tráfico de la chingada, pero Sao Paulo le gana. El DF tendrá grafiteadas muchas de sus paredes, pero Sao Paulo le gana. El DF me tiene a mí como habitante, y ahí Sao Paulo no le gana. Debut y despedida en suelo paulista por más que parezca una sucursal de Santa úrsula, ahí donde se ubica el estadio del mejor equipo de México.
5.- Recomiendo disfrutar. La clasificación ha sido nuestra única alegría en mucho tiempo. Padecimos durante la eliminatoria, recuperamos la sonrisa hasta el repechaje y ahora hemos vuelto a caer en la trampa. Nos desgastamos fastidiados porque el Tri no camina. Buscamos explicaciones dónde no las hay. Aceptemos nuestra realidad y acabaremos sonriendo. A una bici no le puedes pedir que sea un Ferrari, a una gorda no le puedes pedir que sea flaca, no de la noche a la mañana. A la Selección no le puedes pedir que sea España. Nuestro premio fue clasificar, lo que venga será ganancia. Herrera tiene derecho a no encontrar explicaciones. Ni tuvo tiempo ni se metió al estudio cuando podía. Bueno, sí, pero al de TV para grabar sus entrevistas.
6.- Me la van a devolver los futbolistas. Después de usar las estampas mundialistas para ilustrar el envejecimiento de los jugadores, lo menos que merezco es que hagan lo propio con las acreditaciones para el Mundial. Apenas llevo dos. Y ya me preocupé. De Brasil a Sufáfrica he cambiado mucho. Me veo más viejo. Soy un treintón que se cansa más. Mis ojos, claros y profundos se mantienen. Podría culpar a la fotógrafa. Demandar a la FIFA por usar una webcam de pacotilla, pero no, en mi cita diaria con el espejo me da siempre la misma sensación. Me estoy degradando, me estoy quedando pelón. Debo casarme antes de que sea demasiado tarde. PAM! Y apenas van dos Copas del Mundo.