Las obras están inconclusas alrededor del estadio Itaquerao. Las máquinas se escuchan día y noche. Los martillazos resuenan. Pero la fuerza de los 5 títulos de Brasil en la Copa del Mundo ya está inmortalizada en los edificios aledaños, que llenaron su fachada de colorido para honrar aquellos momentos que colocan a la verdeamarelha en la cúspide de la pirámide alimenticia del futbol. Cinco murales, cinco historias que acabaron con el Scratch levantando la Copa del Mundo.
Si miramos hacia la acera de enfrente, el Mundial vuelve a quedar olvidado.