La magistral jugada que marcó la historia del futbol mexicano rozó la perfección. Un contragolpe relampagueante de México destruyó el orden táctico y sembró la confusión en las líneas alemanas. La perfección del ataque mexicano se disparó como una imagen borrosa ante los ojos rivales. Una imagen de la que bien vale la pena sacar una radiografía y desmenuzarla.
El gol mexicano se inició desde el pressing de Héctor Herrera y el achique de Héctor Moreno, hasta la definición del Chucky Lozano. El valor de la jugada recae en el apego a los fundamentos; el pressing, lo sabemos, es la acción defensiva individual y de conjunto, que tiene el objetivo de no dejar pensar ni actuar cómodamente al rival. Es decir, quitarle el balón en el menor tiempo posible. Y el achique, que no es lo mismo, es la acción defensiva coordinada y sincronizada para reducirle el espacio al rival, ya sea para quitarle el balón o para jugar al fuera de lugar.
“Los hombres de Osorio desplegaron uno de los más impresionantes contraataques que el deporte haya visto en años recientes”, escribió León Krauze en una magnífica crónica en Slate. “Toda esa belleza requirió de nueve segundos de un futbol perfecto, vertiginoso”.
Para que el golpe mexicano alcanzara esa belleza y esa perfección, hubo de cumplir con los cuatro principios a la ofensiva: amplitud, penetración, movilidad y definición.
El Chucky @HirvingLozano70 y el contragolpe perfecto. Conceptos tácticos presentes en el gol de @miseleccionmx. Recuperación (@HHerreramex), pase interior (@HectorMorenoh), desmarque de apoyo (@CH14_), apoyo (@AGuardado18), acompañamiento de la jugada y definición (Chucky) pic.twitter.com/iHm3tYMff6
— Cosme González (@cosmegonzalez) June 19, 2018
1. Presión y recuperación
Como en el ajedrez, la jugada se entiende desde varios toques antes. Nace desde la recuperación del balón iniciada en el esfuerzo y sacrificio de Héctor Herrera en el pasillo interior del campo. HH acompañaba la jugada y con una quirúrgica barrida le saca el esférico a Timo Werner que se enfilaba de frente a la portería mexicana.
2. Pase interior
Tras la barrida de Herrera, el balón salió hacia Héctor Moreno, precisamente el jugador con mayor protagonismo en la salida del equipo mexicano. Juan Carlos Osorio confía mucho en sus trazos entre cercanos, intermedios y lejanos, es decir, su primera, segunda y hasta tercera opción de pase.
Tan pronto como el balón estuvo en los pies de Moreno, el central dibujó en su mente el flujo del contragolpe. Como si la jugada hubiera estado diseñada desde el pizarrón, Héctor de inmediato buscó con la mirada a Javier Hernández, quien se había movido al círculo central para quedar solo. El pase al Chícharo fue preciso.
3. Desmarque de apoyo para mover al rival
Uno de los movimientos recurrentes de los delanteros y que a menudo pasa desapercibido, es el desmarque de apoyo. Es un movimiento que consiste en romper desde la línea ofensiva para ser opción de pase y con este movimiento, atraer marcador para generar espacio que posteriormente debe ser aprovechado por alguno de sus compañeros. Eso es justamente lo que hizo el Chicharito Hernández.
Al moverse hacia el círculo central, Javier atrajo la marca de Mats Hummels, uno de los centrales alemanes y con ello se abrió el espacio atrás. De primera intención, Hernández se apoyó en corto con Guardado y se dio vuelta para arrancar a zona de ataque. En dos tiempos, Guardado le devolvió el balón y el Chícharo quedó mano a mano contra Boateng.
Dejar a Hummels fuera de combate fue una de las claves fundamentales para que terminara el balón en el fondo de las redes, pues otro jugador alemán tendría que hacer la cobertura para seguir el contrataque mexicano, y a la vez, dejaba a Alemania en inferioridad numérica.
4. Acompañamiento y definición
Cuando México recuperó el balón para iniciar el contragolpe, Chucky estaba prácticamente en los límites de su propia área cubriendo la incorporación de Joshua Kimmich, el lateral derecho alemán.
Al iniciar el despliegue del contrataque, Hirving inició un pique brutal por toda la banda, de área a área. Kimmich no logró mantener el sprint y se quedó atrás. Esa fue otra clave fundamental, pues durante el partido, el del Bayern había protagonizado un buen enfrentamiento con el Chucky.
En el pique que hizo Lozano de área a área, el mexicano alcanzó una velocidad de 29 kilómetros por hora, y dejó atrás a Kimmich que apenas alcanzó 17.86 km/h.
ZDF | During Mexico's counter attack that led to the goal, the referee was faster than Kimmich.
— Bayern & Germany (@iMiaSanMia) June 19, 2018
Green: Lozano's top speed.
Yellow: Referee's top speed.
White: Kimmich's top speed. pic.twitter.com/4X3xvYkAYl
El alemán había estudiado bien la tendencia de Lozano para enganchar e ir por dentro para patear con su pierna fuerte. Sabedor de ello, Kimmich leía bien los enganches del mexicano y más o menos había podido contenerlo. Pero en el contragolpe, Joshua se quedó atrás, igual que Hummels y alguien más tendría que cubrir por los alemanes. Ese fue Mesut Özil, jugador con características totalmente ofensivas y nula capacidad defensiva.
Hernández vio el pique de Lozano, atrajo a Boateng y le dio el balón al Chucky que quedó mano a mano contra Özil. Fiel a su costumbre, Hirving controló, perfiló, recortó hacia adentro y disparó a portería con su pierna fuerte para culminar la obra de arte que el equipo mexicano hizo en la transición defensa-ataque.
Özil, que no había enfrentado a Lozano en el partido, se comió el señuelo que hizo el Chucky de amagar ir por fuera y enganchar hacia adentro. El mismo amague que Kimmich no se había comido en todo el partido.
El contragolpe furioso de México había logrado sacar a los jugadores alemanes de sus posiciones, provocar coberturas improvisadas y generar enfrentamientos favorables.
Una jugada relampagueante, contundente. “Esos nueve segundos de un futbol perfecto, vertiginoso”, que bien describió León Krauze en su crónica.
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