Por: Roberto Quintanar
Todos los genios guardan en su interior una pequeña dosis de arrogancia. El virtuoso Eric Clapton no es la excepción. Su fama, que llegó a la cúspide bien entrados los años sesenta, era para él una dicotomía: lo mismo le provocaba goce que contrariedad.
Su salida de The Yardbirds fue su verdadero comienzo. El desacuerdo con los nuevos ritmos que buscaba la banda, alejados de su amado blues, dieron pie a su participación con grupos como The Bluesbrakers y el efímero pero legendario trío Cream.
Fue entonces que en Londres comenzaron a aparecer pintas que equiparaban al guitarrista con una deidad: Clapton is God.
“Yo estaba algo perplejo; una parte de mí huía de aquello. No quería ese tipo de notoriedad”, explicó alguna vez. “A otra parte de mí le encantaba la idea. Se trataba de una reputación que nadie puede manipular: venía de la calle”.
Pero este Dios rendía pleitesía a un club de futbol, uno que le despertaba más pasión que aquella dama a quien compuso su inolvidable corte Layla… un equipo que le hacía incluso cambiar su rúbrica: el West Bromwich Albion.
Muestra de esta afición puede observarse en la portada de su sexto álbum de estudio, Backless (1978), en donde aparece con su inseparable guitarra y una bufanda del Albion. Además, el músico dio un concierto para el capitán John Wile cuando éste se retiró del equipo para una corta aventura en la NASL con el Vancouver Whitecaps.
También se ha rumorado que cuando se hospedaba en algún hotel, Clapton firmaba “W. B. Albion” en lugar de utilizar su verdadero nombre.
A pesar de esto, el guitarrista marcó su distancia del equipo luego de que, según los rumores, el Albion rechazara una propuesta del músico para invertir en el club. De hecho, existe la creencia de que Clapton está en estos días más interesado por lo que pueda hacer el Chelsea de José Mourinho que su otrora amor futbolero.
Hoy, el legendario hombre que llevó al blues británico a la cúspide cumple 70 años. Sus acordes, que siguen provocando la misma emoción que en aquellos sesenta cuando se convirtió en una deidad, guardan una pasión futbolera no muy publicitada, pero nada secreta.