Quiso que el deporte fuera transparente, sólo recibió amenazas. Yuliya Stepanova, corredora de 800 metros, fue la primera atleta rusa que reveló el caso de doping. Se dopó, porque creyó que era normal, así se lo aconsejaba su entrenador.
Su novio estaba en contra. Vitaly Stepanov, entonces empleado de la Agencia Antidopaje Rusa. Le aconsejaba que dijera todo, ella tenía miedo. Stepanov le dijo a sus jefes. Le respondieron “no te metas en eso”. Renunció por no aceptar un soborno.
En 2012, Yuliya salió positiva en una prueba. Su Federación la expuso diciendo que sólo ella se dopaba. El coraje la hizo hablar. Primero con un periodista alemán en un documental, luego con la WADA.
Salió de Rusia por las amenazas, ahora vive en Estados Unidos. Su familia también ha recibido críticas. “¿Cómo has podido criar a esa Judas?” le han dicho a su mamá.
Tenía la esperanza de competir en Río con bandera neutral pero el Comité Olímpico no la aceptó. No le perdonaron que se haya dopado.
Hasta la máxima exponente del deporte ruso, Yelena Isinbayeva, la odia:“Debería ser sancionada de por vida. No entiendo en absoluto por qué tanto revuelo por una persona que se dopó”.
En Change.org lanzaron una petición para pedir su participación en los Olímpicos. Al momento lleva más de 100 mil firmas.
Otros deportistas organizaron una colecta para apoyarla económicamente. No puede trabajar en Estados Unidos porque no tiene permiso y tiene que mantener a su hijo de dos años. Es el precio que ha pagado por una competencia limpia.