Dudas y cuestionamientos fueron los dos elementos que le dieron la bienvenida al Pedregal. A pesar del recuerdo de líder que dejó en su paso como jugador por los Pumas de la UNAM, Juan Francisco Palencia era considerado un inexperto cuando asumió el cargo de entrenador de los universitarios.
Su currículum se limitaba a la dirección técnica de un equipo juvenil: el Sant Cugat catalán. El espacio que debía llenar era el de Guillermo Vázquez, su antiguo técnico y gran amigo. No era cualquier cosa: un tipo querido por la casa, que había llevado al equipo a un campeonato en su primera etapa y un subcampeonato en la segunda, además de un decoroso papel en la Copa Libertadores 2016.
Sin embargo, desde el comienzo entendió que la tarea encomendada por Rodrigo Ares de Parga, entonces nuevo presidente del club, era comenzar a recuperar de a poco la identidad perdida en procesos anteriores y el rejuvenecimiento de un plantel que, a priori, lucía desequilibrado.
No es que Palencia haya hecho una revolución de la noche a la mañana. Para no provocar una hecatombe, comenzó a reconstruir con lo que tenía a la mano, y de paso entender cuáles eran las zonas flacas del equipo.
Pronto notó la baja de juego de un antes intocable Eduardo Herrera; la intermitencia de un displicente Fidel Martínez; el hambre de un entonces poco valorado y muy talentoso Jesús Gallardo; las cualidades de un ignorado Kevin Escamilla… todo con base en la prueba y el error, ese margen que, gracias a los números de su antecesor, pudo darse sin problemas.
Al “Grande” Herrera lo mandó a la banca al darse cuenta de que no las traía consigo; Matías Britos, como nueve fijo, entregó mejores cuentas con siete goles. Asimismo, confió más en Jesús Gallardo que en Fidel Martínez; el canterano sumó 16 juegos, marcó dos goles y su nivel le alcanzó incluso para ser convocado a la Selección Mexicana por el profesor Juan Carlos Osorio.
En cuanto a contrataciones, Paco actuó con prudencia y obtuvo buena respuesta. Aunque cometió un terrible error con Saúl Berjón, la llegada de Abraham González y el regreso Santiago Palacios fueron aciertos.
Sus números en Liga MX fueron aceptables: 17 partidos con un saldo de ocho victorias, tres empates y seis derrotas para sumar 27 puntos, una productividad del 52%. En Concachampions, consiguió el pase a segunda ronda sin demasiados problemas tras deshacerse del W Connection y el Honduras Progreso en fase de grupos.
Aunque la derrota frente a Tigres en cuartos de final fue estrepitosa, el balance general es positivo para un novato cuya experiencia se reducía a unos meses con un modesto equipo juvenil.
Pero la mano de Palencia apenas comienza a notarse. Para el próximo Clausura 2017, su encomienda ha sido rejuvenecer al plantel y dar una nueva oportunidad a aquellos canteranos que no fueron aprovechados por Memo Vázquez y sus antecesores, además de dar salida a elementos cuyo nivel ya no era el mismo, como Luis Fuentes, Eduardo Herrera y Fidel Martínez.
Los canteranos de Pumas se han expresado bien de su técnico al decir que ha vuelto a poner los ojos en las fuerzas básicas. Aunque el trabajo será largo y arduo, el Gatillero parece ir por el camino adecuado para, en el mediano plazo, tener un equipo competitivo que vuelva a sus raíces, esas que, por ahora, apenas comienzan a recordar en el Pedregal.