POR: Raúl Garrido
Y entonces Schürrle tomó el balón por la banda izquierda, desbordó, aguantó la marca rival, levantó la cara y como con un guante puso un centro que Mario Götze bajó con el pecho dentro del área para después rematar de volea y mandar al fondo de la red. Cuando el balón iba en el aire Götze ya sabía que lo bajaría con el pecho, que remataría sin que el balón cayera, que cruzaría el balón hasta el fondo de la red y sobre todo que con ese gol sería campeón del mundo…
Tras 24 años Argentina llegaba a una final con toda la ilusión de volver a ganar la Copa del Mundo, esa que no gana desde hace 28 años. Alemania llegó con la misma ilusión tras el mismo tiempo, con la diferencia que en aquella ocasión Alemania fue el campeón sobre la Argentina de Maradona. Pero también con un equipo germano herido que en los últimos 12 años no se había podido coronar; primero Brasil los venció en la final del 2002. Después Italia, su acérrimo rival, los echó en las semifinales de su propio Mundial. Luego vino un cabezazo de Puyol para quitarles el sueño de jugar una final más.
Antes de llegar a Brasil, Prandelli le dio un baile de aquellos a los dirigidos por Löw en la Eurocopa y les quitó la oportunidad de jugar una final soñada contra España. Alemania llegaba como favorita a ganar un Mundial histórico, ningún europeo había ganado una Copa del Mundo en el continente americano. La presión no les pesó, así son los alemanes, tienen una mentalidad tan ganadora que hasta para jugar a las canicas se preparan a tope. Lo vimos.
Los argentinos apelaban a Messi para ganar la Copa del Mundo, desgraciadamente La Pulga no es Diego Armando Maradona. Alemania lo hacía apelando al juego de conjunto, contrario a lo que los teutones han mostrado a lo largo de su historia ya no son ese equipo tosco de poco juego y mucha fuerza, ahora saben tratar a la pelota. Incluso Neuer juega como un líbero nato, la mano de Guardiola se ve reflejada en el juego que desempeña el portero con los pies.
Aún así la esperanza es lo que muere al último, y el pueblo argentino lo sabe. Ahogaron el grito de gol cuando Higuaín remató en fuera de lugar y el juez de línea levantó su bandera, minutos antes el Pipa se había perdido un mano a mano contra Neuer donde machucó el balón que salió desviado al palo derecho del meta alemán. Higuaín no se pudo sacar la espinita y en el segundo tiempo salió de cambio.
Schürrle ingresó por Kramer, quien tras un choque no se pudo recuperar y salió noqueado. Desde la entrada del jugador del Chelsea el equipo cambió, tuvo más profundidad por la banda y Özil pasó a jugar por en medio. La lesión Khedira sacrificó el juego de Kroos quien tuvo que apoyar a Schweinsteiger en la contención y poco pudo ir al frente.
Marcos Rojo sufrió todo el encuentro a Müller, como Höwedes lo hizo todo el primer tiempo con Messi y Lavezzi, quien para fortuna del defensor teutón ya no salió al segundo tiempo, lo hizo Agüero con más pena que gloria. Palacio sustituyó al Pipa y como Higuaín desperdició un mano a mano contra Neuer al minuto 97. Messi tuvo una al minuto del segundo tiempo pero se fue desviada, desde entonces el rosarino no apareció más.
Chiquito Romero atajó un par que eran de gol, lo hizo ante Schürrle, quien indirectamente sería su verdugo al minuto 113, cuando desbordó por la banda y mandó un centro como con la mano que remató Götze. Mario había entrado por Klose, el histórico goleador en las Copas del Mundo con 16 tantos, récord que escribió en Brasil, su último Mundial. Cuando se realizó el cambio algo le dijo Miroslav a Götze “tú serás el que nos dé la Copa del Mundo”, no lo sabemos pero el genio no se puso nervioso y al final fue el hombre del partido.