Por: Roberto Quintanar
No. Esto no es Pumas… o por lo menos no lo que debería ser. Un problema cosechado por muchos años sigue sembrándose entre las penumbras de una dolorosa mediocridad en la que es inexistente aquella identidad que, ya podemos decirlo, se acabó sin remedio.
No hay espacio para jóvenes, pero sí para extranjeros de medio pelo
Es verdad: no se trata de una novedad. Hace años que todo cambió, incluso un sector de la afición. De entrada, la prioridad ya no está relacionada con lo que en su momento propusieron personajes de la talla de Renato Cesarini, Guillermo Aguilar Álvarez, Bora Milutinovic o Mario Velarde. Las semillas no tienen la calidad de antaño y quienes las siembran parecen apresurados algunas veces y muy poco pacientes otras. Se ha dicho hasta el cansancio, pero en plena reestructuración que suponíamos llegaría con el nuevo proyecto encabezado por Antonio Sancho y Guillermo Vázquez, Pumas no confía en su juventud; prefiere llenarse de extranjeros cuyo rendimiento no es muy diferente al que tendría un novato con el paso de los juegos.
Los jóvenes Jesús Gallardo y Omar Islas, quienes hicieron un trabajo bastante decente durante su participación en el torneo, fueron de pronto borrados, al igual que Daniel Ramírez, quien tras una notoria baja en su juego fue relegado. Sin embargo, el castigo no fue el mismo para Jonathan Ramis, Silvio Torales y Matías Britos, tres jugadores que nunca pesaron ni demostraron algo diferente en los muchos minutos que recibieron. Gerardo Alcoba se hizo titular indiscutible a pesar de que su mayor virtud es el cabezazo al ataque, pues en la defensa no ha justificado su contratación al fallar recorridos que se enseñan desde las fuerzas básicas.
La idea de que el Club Universidad fuese un reflejo de la institución a la que representa, jóvenes preparándose para destacar y después salir para aplicar lo aprendido una vez que cumplieran su ciclo y mostrasen calidad suficiente (con lo que se daba espacio a quienes venían atrás) quedó en el pasado. Ahora se escucha más al promotor y la prioridad es la necesidad comercial. El aficionado lleno de premura y los patrocinadores quieren resultados inmediatos y héroes consolidados.
¿Equipo explosivo, espectacular y ofensivo? Cosa del pasado
No se puede reprochar a Memo Vázquez no tratar de ser ofensivo, pero los elementos con los que construyó su proyecto para este torneo no fueron los idóneos para rescatar esa filosofía. Si bien el equipo no es defensivo como en otras etapas, el fondo físico y las ideas en la cancha no permiten algo más que buenas intenciones.
A Pumas muchas veces se le acaba la imaginación cuando pasa de 3/4 de cancha y comienza a pasear el balón sin ton ni son, como ocurrió el domingo pasado frente a Cruz Azul. De eso sí se puede culpar al entrenador. Meterse en una charla táctica para explicar por qué Britos no ha funcionado como interior izquierdo ni Cortés por la banda derecha (aunque suela cerrarse el mundo recortando hacia el centro en una jugada que los rivales ya conocen de sobra) o por qué Torales está perdido y se la vive gravitando en el centro del campo es fútil cuando basta ver un partido para entenderlo.
Aquí hay que hacer una aclaración: explosivo, espectacular y ofensivo no es lo mismo que correr de un lado para otro. Universidad es intenso y no se rinde. La actitud no es reprochable, pero “meter huevos” no basta para dar espectáculo y construir un esquema ofensivo. Pumas atrajo adeptos en las décadas pasadas porque, además de meter eso que se debe dar por descontado, practicaba un futbol vistoso.
Sometidos al rating de una televisora
El horario no es bueno para la salud de los jugadores y el público ni beneficioso para el espectáculo, pero hay que llenar el espacio de los domingos al mediodía cuando las visitas llegan a la casa y se ve con los amigos, la familia o el compadre el “tradicional” partido que se juega el séptimo día de la semana bajo un inclemente sol.
Lo peor es que si antes se suponía que Pumas sacaba ventaja de estas condiciones para asfixiar al rival con el calor, la contaminación y la dinámica de sus jóvenes, hoy eso no es más que un mito risible: varios de los titulares rozan o rebasan ya los 30 años de edad y el calor comienza a pesarles entrada la segunda parte, especialmente en el sector defensivo.
Cuando alguna voz surge entre la fanaticada respecto al cambio de horario, las excusas no alcanzan para terminar de entender por qué Universidad debe jugar en el peor horario, especialmente si el rendimiento del equipo es mejor cuando el equipo juega en la tarde-noche. Pero bueno… los 'Reality Shows' de bajísima calidad y muy mal gusto dan muchos más puntos que un Pumas vs. Santos Laguna, por ejemplo.
En conclusión…
Quien escribe estas líneas eligió ser seguidor de Universidad Nacional por lo que representaba: ser el equipo de la juventud, su estilo ofensivo y espectacular y el hecho de ser un contrapeso al derroche de dinero que otros cuadros solían tener, motivo principal por el que era la innegable antítesis ideológica del equipo de una televisora que terminó metiendo los dos pies en el patronato del equipo.
Hoy, esperando ya únicamente un milagro para entrar de rebote en la liguilla, vale la pena reflexionar sobre el pasado y el futuro de una institución que sigue añorando aquellos años en que era protagonista y no un equipo más. Ahora, para buscar a Universidad, hay que mirar las partes media y baja de la tabla.
No hay que cortar un proyecto joven y que, a decir de Antonio Sancho, es a largo plazo. Pero sí se debe exigir claridad en lo referente al plan de trabajo. ¿Quiere Pumas volver a ser Pumas o se conforma con lo que es actualmente?