Por Jorge Quintanar
La ciudad de Monterrey está por vivir uno de los grandes momentos dentro de su historia futbolística. Desde aquel primer clásico regio en la temporada 59-60 cuando Tigres cambió de nombre (antes Jabatos de Nuevo León), se disputó el primer gran enfrentamiento entre los dos clubes distintivos del estado. Sucedió en división de ascenso. El triunfo fue para Monterrey que se impuso 2-0. De ahí no se volvieron a ver hasta 1974 ya en la Primera División para empatar a tres goles.
Hay tanta historia, tanta tradición. Jesús Arellano es el futbolista con más partidos jugados. Mario Mota Souza es el máximo goleador con 11 goles. No existe un partido que desborde más pasión que el que se disputa en la hermosa ciudad neoleonesa.
Soy un ferviente chivahermano. He estado presente en ambos clásicos (nacional y regio). Sinceramente, las cosas como son, no hay comparación con el ambiente que se genera en Monterrey. Esa sensación de adrenalina que transmiten los Libres y Lokos. Si bien es cierto que antes se peleaban descensos, ahora se van a pelear una final y será la primera de muchas.
Se puede pensar que son más cartera que cantera, pero hay que saber invertir y es de lo que están dando clase estos dos equipos. Desde los tiempos de Rayados con Chupete Suazo, hasta hoy en día que trajeron al mejor jugador de América, un tal Carlos Sánchez, y Tigres con Monsieur Gignac, quienes rompen la liga, se recordará la calidad de su juego.
La rivalidad se debe quedar en la cancha y la pasión en las tribunas. Será una lección de futbol que tiene el clásico regio independientemente de quien sea el campeón.