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El panadero que no fue

El Gallo de Roque

POR: Raúl Garrido

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Muy cerca estuvo de firmar por los Mapaches de Nueva Italia; sí, aquel equipo que fue intervenido por las autoridades mexicanas relacionado con el negocio del narcotráfico, secuestro, extorsión y el crimen organizado en general. No lo hizo y terminó fichado por aquel equipo en donde años antes jugaron Butragueño, Michel y Hugo Sánchez, el Celaya.


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Los visores del equipo lo siguieron en las divisiones menores por un tiempo antes de dar el visto bueno. Y es que metía tantos goles como marometas daba por el aire después de marcar. Campeón goleador en dos ocasiones jugando en la tercera división profesional. En Celaya le vieron mejores cualidades en el mediocampo que en la delantero, desde entonces se olvidó de los goles y se preocupó más por la recuperación y la creación del juego.


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Pronto se ganó el cariño de la afición con esfuerzo y desgaste en la cancha, su calidad indiscutible lo hizo brillar, se convirtió en el referente del equipo. Por ello cuando se fue del club los reclamos no se hicieron esperar, pero como buen hijo supo corresponder y prometió volver a defender los colores con orgullo y garra.

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Desde que lo vio Gustavo Matosas se enamoró de sus cualidades en el mediocampo, su capacidad de recuperación y su visión para comenzar la jugada fueron su carta de presentación. El jugador que faltaba para el nuevo proyecto del estratega uruguayo.


El mediocampista pronto rindió, se convirtió en el líder del mediocampo y piedra angular del equipo, el proyecto dio frutos, se logró el ascenso, se llegó a semifinales en el primer torneo en el máximo circuito y pronto llegó el campeonato, sólo para después conseguir el bicampeonato y competir por la Copa del Mundo.


La fortaleza que tiene se la ha enseñado la vida misma a través de los duros años de infancia. Originario de Roque, un pueblo pequeño cerca de Celaya, Guanajuato que tiene poco más de 3 mil 500 habitantes, de los cuales las mujeres son mayoría porque los hombres tiene que emigrar para buscar empleo, casi siempre en el vecino del norte.


“Mi hermano mayor me hizo la propuesta de irnos a Estados Unidos, y aquí pues no había mucho futuro. En ese momento pensé que me iba a ir bien, pero me decidí a rifármela aquí. Futbolísticamente me iba bien, pero no veía mucho futuro económicamente. Si no fuera futbolista creo que estaría allá”, confesó en entrevista con Excelsior.


Como Maradona, nació en una barrio privado… privado de luz, agua y teléfono, con muchas carencias. En su casa también sufrió la falta de comida, ropa o algún tipo de lujo, igual que sus ocho hermanos. Antes de convertirse en futbolista profesional tenía que llevar el sustento a la casa, así que probó en diferentes oficios; intentó como panadero y también probó la albañilería, oficios duros que curten a un hombre.


En casa no siempre había alimentos, tampoco balones. Desde muy pequeño tomó el gusto por la pelota, la pateaba en la escuela y también con los amigos en las calles de tierra que alberga el pueblo de Roque. Los vecinos lo ubicaban por andar siempre con la pelota, y también por ser el goleador en el equipo del barrio, ah, y por las marometas a la hora de festejar.


Humilde, de bajo perfil y luchón como un gallo, apodo que le puso su mamá desde pequeño al tener el cabello tan rebelde como la cresta de aquel animal, se sorprendió mucho cuando formó parte de un equipo profesional por primera vez. El atuendo de sus compañeros y sus pasatiempos eran muy diferentes a los suyos, estaba rodeado de puros niños ricos, contaría tiempo después. Pensó en dejar de entrenar por sentirse fuera de sitio, pero su familia lo animó a seguir. La recompensa llegó pronto.


Ahora, las cosas han cambiado para bien. Económicamente está mejor y su familia también, ya no es más un panadero ni un albañil –oficios muy respetables-, sino un futbolista profesional, bicampeón del futbol mexicano y corazón del mediocampo de la Selección.


Mes con mes sin importar lo que pase, José Juan Vázquez visita Roque para ayudar a su gente, pues nunca niega la cruz de su parroquia. “Siempre estoy ahí con ellos, nunca me olvido del barrio y todo el tiempo le agradezco a la vida”, asegura.

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