Por Jorge Rockdriguez
Antes de romperse el ligamento cruzado de su rodilla derecha en 2014, contra el Schalke, Jesé Rodríguez estaba llamado a ser muchas cosas. Era “el futuro Cristiano Ronaldo”, la próxima estrella del firmamento. Brillaba y deslumbraba…
El himno de la Champions lo acariciaba y él acudía a su encuentro en aquella maldita noche. Un crujido, una camilla y el hospital. Entre seis y siete meses de baja. Un calvario que empezó aquel día y que no parece terminar.
Semanas antes Jesé declaraba con soñar el Balón de Oro en 2018, cosa que nunca sucedió. Han pasado cinco años desde aquellas -ahora infortunadas- declaraciones y Jesé se ve lejos de cumplir su sueño.
Ahora, tiene una nueva oportunidad al fichar con el Betis, el flamante fichaje llega a Sevilla con mucha hambre de demostrar su valía. Lo malo es que la afición y prensa hablan más de su estado físico que de su futbol.
Ante las dudas, quiere ganarse el puesto y recobrar el protagonismo que no ha tenido en otros clubes. Llega con ganas de ayudar a todo el Betis, incluido nuestro Lainez.