Por: Dante García
Se presenta con Alemania como un nueve falso, pero sus números con la Mannschaft son más que reales. Llegó a Brasil con 24 años de edad pero con una experiencia mundialista previa; su debut en tierras cariocas fue electrizante, tanto como su participación anterior en la Copa del Mundo. Thomas Müller es protagonista en los encuentros más reñidos, y resuelve frente al marco con una tranquilidad de otro mundo. Un crack.
Mide 1.85 pero parece ser todo piernas; busca espacios, anticipa rivales, juega de pared y dispara al marco. Sus movimientos son discretos aunque la zancada es larga. Dentro del área sea posiciona con una claridad casi premonitoria. Aparece en el momento indicado con el timing correcto para aprovechar un rebote o rematar por sorpresa. Sería un goleador discreto a no ser por el ojo avizor de la cámara, que lo impulsa al estrellato con cada actuación destacada.
Frente a Portugal anotó un triplete que dio la vuelta al mundo. El aún joven futbolista no pierde la cabeza y después del juego respondió a la prensa con la misma sencillez y calma de siempre. Negó tener en mente el récord de anotaciones que ostenta Ronaldo Nazario da Lima y aseguró que su único objetivo es alzar la Copa del Mundo. Verbalmente resta importancia a sus más destellantes actuaciones, pero sobre el césped se vuelve merecedor de las palmas.
Entre Sudáfrica 2010 y Brasil 2014 ha disputado siete encuentros mundialistas; suma un total de ocho anotaciones y parece que sus números se seguirán moviendo. Le quedan al menos dos partidos en fase de grupos más lo que Alemania acumule en la segunda ronda de competencia. Thomas será parte fundamental de dicho progreso en una historia llena de goles y emociones, algunas propiciadas por el espigado atacante y otras tantas por la imponente aplanadora alemana.
Müller no es un superdotado técnico ni el más hábil en la conducción; su efectividad radica más bien en el conocimiento de sus propias virtudes y carencias. A veces su control es tan malo que termina volviéndose bueno cuando manda el balón a la red. Según Guardiola, su entrenador en el Bayern de Múnich, Thomas actúa casi por instinto, encuentra espacios sin buscarlos y se tira a gol sin analizar probabilidades. Se mueve por el frente de ataque con la misma inocencia de un niño, pero con el peligro que sólo poseen los ‘killers’ del área.
Su estilo de juego rompe con el manual del buen futbolista alemán, pero justo eso lo convierte en un hombre diferente. No sigue método alguno para perforar la meta enemiga; traza diagonales quizá sin saber de geometría y se deshace de sus marcadores sin conocer de escapismo. Thomas Müller aún ve al futbol como un juego y no como un hábito. Es un tipo que disfruta del empastado tanto como para no preocuparse por la lógica. La sorpresa es parte de su ‘modus operandi’; nunca se sabe hacia dónde correrá ni el momento en que disparará, pero cuando del balón se trata la ignorancia a veces resulta benéfica.
