Por: José Félix Díaz (Corresponsal en Madrid)
El futbol español se sienta en el banquillo. Corrupción, posible compra de partidos, impagos a hacienda y precios de traspasos inflados al máximo y de manera un tanto sospechosa, acaparan la atención mediática.
Nadie parece escapar a ese delicado momento de la denominada mejor Liga del mundo, calificativo que sus dirigentes, al menos algunos de ellos, se empeñan en poner en entredicho. Messi, Neymar, Gabi y jugadores que en su día pertenecieron a Levante y Zaragoza, equipos implicados en una presunta compra de un partido, son los que están pasando por los tribunales en los últimos días.
Leo Messi y Neymar representan el ejemplo de una mala gestión. El primero de los implicados se siente perseguido y su entorno ha filtrado que podría estar buscando acomodo de cara a la próxima temporada. Se siente perseguido ante la posibilidad más cercana cada día de tener que pasar por el juzgado como imputado por el asunto del delito fiscal cometido durante tres años. Sus ingresos eran desviados hacia paraísos fiscales y sus fondos apenas tributaban en España.
En el caso de Neymar, el señalado, más que el propio jugador del Barcelona, es el padre del azulgrana y el expresidente del Barcelona Sandro Rosell. Un fichaje que empezó costando 58 millones de euros, ya va por 105,3, tal y como confesó el padre-agente del internacional brasileño. El asunto está en manos de la Audiencia Nacional, en concreto en las del juez Ruz, uno de los más significativos juristas españoles, encargado, entre otra casos, del caso Gürtell y toda la trama de corrupción que cerca al Partido Popular y su extesorero Bárcenas.
El brasileño parece estar más tranquilo que Messi. No teme por su futuro, pero tampoco debe ser agradable ver pasar a tu padre por la Audiencia Nacional y comprobar como los goles y el buen juego que está mostrando el azulgrana, tienen menos recorrido informativo que el precio de su traspaso y el posible destino del dinero del mismo.
El caso más llamativo de todos, por la novedad que supone, es el paso por la Fiscalía Anticorrupción, de los que en su día fueron jugadores de Levante y Zaragoza, por la presumible compra del partido por parte del club aragonés. El choque se disputó en 2011 y son 32, entre jugadores, entrenadores (se dice que Javier Aguirre también podría figurar entre los citados) y directivos, los llamados a declarar. En dos semanas la fiscalía, ante las primeras declaraciones tomadas, podría denunciar e imputar a algunos de los que ya han declarado. La Liga de Futbol Profesional ya prepara las pertinentes querellas.
La citada fiscalía busca el destino y los movimientos de 1,2 millones de euros que salieron de las arcas del Zaragoza y que nunca regresaron. “Hice lo que me pidió el club”, dicen que llegó a comentar Gabi, hoy capitán del Atlético y del Zaragoza en su día, cuando fue preguntado por el fiscal sobre los movimientos. Y es que Agapito Iglesias, entonces presidente del Zaragoza, le pidió que sacara 85.000 euros del banco que previamente le habían sido ingresados. El jugador cumplió y llevó el dinero al club. Jorge López, Braulio, Obradovic o Diogo fueron otros de los citados.
Lo cierto es que algunos de los jugadores del Levante recibieron, coincidiendo en esos días, ingresos con esa misma cantidad de dinero. La victoria del Zaragoza significó su salvación. Días después, algunos jugadores del equipo valenciano, recibieron el citado dinero, sin todavía dejar claro cual era su procedencia.
En diciembre de 2010, el Código Penal español abrió las puertas a la persecución de los sobornos y fraudes en el deporte. La compra o el intento de compra de partidos de futbol ya es considerado delito desde esa fecha. El artículo 286 contempla las penas de sanciones, multas e incluso la cárcel para todos aquellos que predeterminen el resultado de un encuentro o competición deportiva profesional.