Hay veces que lo más importante es demostrar por qué existen los Juegos Olímpicos. No se trata de medallas o victorias aplastantes o de mostrar al mundo que se es superior al otro… y eso nos lo recordaron esta jornada dos atletas con un corazón inmenso: la estadounidense Abbey D'Agostino y la neozelandesa Nikki Hamblin.
Durante la prueba eliminatoria de los 5 mil metros planos, Hamblin chocó con una rival y se cayó al suelo, llevándose consigo a la infortunada D'Agostino. La norteamericana se levantó y de inmediato se dirigió hacia donde estaba la oceánica para animarla a levantarse: “Levántate, tenemos que terminar. Son los Juegos Olímpicos; tenemos que terminar la competencia”.
La neozelandesa se levantó y se dispuso a continuar. La estadounidense lo intentó, pero al tratar de correr se dio cuenta de que tenía una lesión seria en la rodilla. En ese momento, Hamblin regresó para devolver el aliento a D'Agostino: “Vamos, levántate”, dijo la de Nueva Zelanda mientras su rival se lamentaba por el dolor.
Las competidoras terminaron en las dos últimas posiciones. La oceánica, que terminó antes la prueba, esperó a la estadounidense en la meta; ambas, con lágrimas, se fundieron en un abrazo. Fue, sin dudas, la imagen que marcará el día 11 de Río 2016.