Por: Dante García
Ivan Rakitic es un obrero con dotes de mago; su labor en el medio campo es ejemplar, pero sus pases largos le han valido las palmas de toda Sevilla. Su peculiar manera de cobrar la pelota parada arrancó siempre suspiros en el Estadio Sánchez-Pizjuán; durante tres años dedicó cuerpo y alma a la causa andaluz, pero hoy le toca defender su bandera… al menos a una de ellas.
‘Rakete’ tiene 26 años y acaba de fichar por el Barcelona; Brasil 2014 es su primera participación en la Copa del Mundo y ante el anfitrión dio muestras de su porte como futbolista. Es dueño de un botín exquisito; su pierna derecha ha sido educada con tal dedicación que abre el campo como sólo los maestros de la media cancha saben hacerlo. Es el escudero de Luka Modric y el bastión de la columna vertebral croata.
Nació en la comuna suiza de Möhlin en 1988; cuando apenas alcanzaba el profesionalismo se enroló con la Sub-21 del país en que nació, pero al poco tiempo cambiaría el rumbo de su participación internacional. Es hijo de un croata y una serbia, pero más allá de la sangre, Rakitic se confiesa balcánico de corazón. Aceptó representar a Croacia por los lazos sentimentales que lo amarran a su gente. La amistad fue un factor decisivo para que el ahora futbolista culé alineara junto a Modric, Pletikosa y Mandzukic.
Debutó en el histórico Basilea de Suiza, pero a los dos años cambió de aires para aterrizar en la siempre competitiva liga alemana. Vistió cuatro temporadas la camiseta del Schalke 04; la fortaleza física aumentó y su visión de juego evolucionó en tierras germanas. En 2011, el Sevilla apostó casi tres millones de euros por un rubiecito de semblante serio pero futbol alegre. En el reino de Andalucía maduró como profesional. Se ganó el respeto de propios y extraños.
Se graduó como centrocampista tras una tremenda Europa League sirviendo para los blanquirrojos. Se convirtió en capitán sevillano y Unai Emery explotó al máximo sus cualidades. Obtuvo el segundo campeonato más importante de Europa y trofeo en mano besó a uno de sus coequiperos; la alegría se desbordó en el festejo y semanas después firmó con el Barcelona Futbol Club.
Aún no emprende la aventura culé por cuidar la bandera en la que deseó envolverse; Brasil 2014 es un duro reto para el motor del medio campo croata, pero elegir entre tres posibles selecciones también lo fue. Refrendará su palabra en caso de derrotar a Camerún, difícil aduana en busca de la segunda ronda; tomará el desafío con la misma seriedad con que salta al campo, pero con la misma decisión que lo hizo vestirse a cuadros.