Por Alan Martínez Mont
“Todos los caminos conducen a Roma”, dice un viejo proverbio italiano. Y el camino de los “nunca” no fue la excepción.
El Barcelona nunca había sido eliminado con una ventaja tan grande como la que tenía (tres goles) y la Roma nunca había podido remontar un partido con un marcador tan abultado como un 4-1.
Una vez más quedó demostrado que nada está escrito en el futbol y mucho menos para los equipos italianos, siempre guerreros, siempre todo corazón, que con un escenario ideal como el Coliseo Romano moderno fueron capaces de una hazaña tremenda, donde una Loba con orden, futbol y corazón eliminaron a un Barcelona desconocido, gris.
Nunca hemos visto a un Messi tan desconectado de un partido con la camiseta del Barça. Nunca hemos visto a jugadores italianos que no se partan el alma en un partido, como De Rossi. Nunca vimos a un bosnio cargarse el equipo al hombro como lo hizo Dzeko. Nunca vimos a un técnico blaugrana tan incierto a la hora de sus cambios y nunca vimos que un proyecto como el de la Roma que apenas empieza, diera un golpe de autoridad en Europa del tamaño de este partido.
Otra vez los cuartos fueron el coco del Barcelona y de nuevo un equipo italiano lo elimina. ¡Sorpresa en Italia, sorpresa en Champions! Las campanadas se dan en Roma, que vuelve a semifinales después de mucho tiempo.