Perros buscando explosivos, policías sellando alcantarillas, otros patrullando con chalecos antibalas, tres anillos de seguridad, 1.500 miembros de seguridad privada, calles sin papeleras… y mucho civismo en las horas previas al Clásico.
La policía tomó el Bernabéu y alrededores desde horas antes del partido. La consigna era clara, ni un aficionado sin cachear. Y así iban pasando uno a uno los 80.000 aficionados que van a llenar el Bernabéu.
Medidas excepcionales, pero admitidas a la perfección por todos. Respeto total.
El clima especial que ha rodeado a este Clásico, ha llevado a que la tolerancia y la convivencia prevaleciera por encima de la rivalidad que existe entre las aficiones de Real Madrid y Barcelona. En esta ocasión, la convivencia y el respeto se han impuesto a otros factores tan de moda en el fútbol.
Las colas para acceder al Bernabéu eran largas, el cachear uno a uno era una novedad en el estadio madridista, pero nadie protestaba, todo el mundo esperaba su turno con tranquilidad.
Mientras tanto, en la azotea del Bernabéu francotiradores custodiaban el perímetro del estadio y helicópteros sobrevolaban los alrededores.
Eso sí, la habitual quedada de aficionados para escoltar al equipo antes de su llegada quedó suspendida. Nada de tumultos. Tanto fue así que una boda que se celebraba en una iglesia cercana al Bernabéu pasó sus apuros porque los asistentes no tenían entradas del partido y la policial no dejaba pasar a los invitados. Tal cual.