Por: Raúl Garrido
Inglaterra debutaba en el Mundial de Italia '90 frente a Irlanda, lo hacía cuatro años después de ser eliminada en cuartos de final por Argentina en el estadio Azteca. Aquella tarde donde Diego Armando Maradona haría un doblete histórico, “la Mano de Dios” y el gol del siglo. El descuento y último tanto de ese Mundial en suelo americano lo hizo Gary Lineker, el sexto personal del certamen y con el que se coronaría como el máximo goleador de la competencia.
Ya en suelo europeo no habían pasado ni 10 minutos cuando Gary ya había vacunado a los irlandeses. Así se fueron al descanso, donde el entonces goleador del Tottenham presentó algunas molestias estomacales, restando importancia salió a la cancha. Hubo una jugada por la banda izquierda y Gary, con el estómago apretado, salió a derribar a su oponente, pero cayó al suelo. “Me estiré y me relajé”, confesaría años después en una entrevista con Ian Payne para el programa Radio 5Live de la BBC de Londres.
El goleador se quedó unos instantes en el césped, se arrastró unos centímetros sentado y volteando hacia atrás esperando que nadie se diera cuenta que había defecado en el terreno de juego. Se metió la mano izquierda en el short y lo sacudió para que no quedara alguna prueba en sus calzoncillos. Se volvió a “limpiar” el trasero con el pasto, metió la mano derecha, sacudió nuevamente y se reincorporó para jugar. Antes de comenzar la jugada se limpió las manos en el pasto y aprovechando un choque se fue al césped para limpiarse nuevamente y jugar, ya más tranquilo, el resto del partido.
Nacido en Leicester, Inglaterra, Gary Lineker fue uno de los mejores atacantes en los años 80. Se hizo con el Balón de Plata en el '86 y con el de bronce en el '91, nunca pudo ganar el Balón de Oro. Un jugador entregado a sus profesión y 100 % limpio, nunca recibió una tarjeta en toda su carrera. Debutó con 19 años en el club de casa, el Leicester City. Su talento y cuota goleadora lo dejaron brillar poco en primera división con los Foxes, sólo dos temporadas después de conseguir el segundo ascenso y 46 goles antes de emigrar a Liverpool.
El Everton, equipo que por entonces dominaba el futbol inglés junto al Liverpool, lo fichó en 1985. El buen Mundial en México le hizo fichar por el Barcelona en 1986, se fue de los Toffees sólo un año después con 30 goles y una Community Shield en su palmarés. Con el Barça estuvo tres temporadas, ganó una Copa del Rey en el '88 y una Recopa de Europa en 1989. Al jugar como extremo izquierdo, así lo alineaba Cruyff, su cuota goleadora bajó notablemente. Empacó las maletas y volvió a la isla del futbol.
Su regreso al futbol inglés fue con el Tottenham, donde jugaría tres años más antes de fichar por el Nagoya Grampus Eight de Japón donde su carrera vería el final en 1994. Con los Spurs ganó la FA Cup en 1991 y nada más. Nunca pudo ganar la Primera División del futbol inglés, ni tampoco el trofeo al máximo goleador del mismo. Sin embargo con la Selección brilló cada vez que fue convocado, jugó dos mundiales y marcó 10 goles.
En 16 años como futbolista profesional disputó 567 encuentros, marcó 282 goles, todo a nivel de club. Más 48 tantos como internacional, lo que nos da un total de 330 goles. Su brillante y limpia carrera le valió el ser ingresado al Salón de la Fama del futbol inglés. Por cierto, en 1990 la FIFA le otorgó el premio al Fair Play por su honorabilidad en el juego.
Tras dejar el futbol le dieron el cargo honorario como vicepresidente del Leicester City, el equipo que lo vio nacer como futbolista. Además se integró a los medios de comunicación como analista de la BBC, donde participa, sobre todo, en el programa Match of the Day.
En enero de 2012 comenzó uno de sus más grandes vicios en la actualidad, Twitter. Se unió a la red social de la que es un usuario constante, sobre todo cuando hay futbol (que en Inglaterra es diario). Gary suele comentar los partidos a través de las redes sociales, así como también las grandes noticias de actualidad. Por lo que en más de un tuit ha generado polémica en diversos medios del mundo, además del enojo de varios futbolistas.
Gary supera los 3 millones de seguidores en la popular red social, nada mal para un exfutbolista de los años 80. Lineker siempre ha sido un tipo educado y cortés, tanto dentro de la cancha como fuera de ella. Nunca estuvo cerca de los rumores en su carrera como futbolista, tampoco le gustaba la noche. Un tipo que siempre porta una sonrisa y está dispuesto, como en aquel partido contra Irlanda, a sacarnos una buena carcajada.