Por: Ángel Armando Castellanos | @aranha_azul
Pumas estaba desesperado. Puebla ganaba 0-1 en Ciudad Universitaria. Desde que arrancó el segundo tiempo Cristian Campestrini se la pasó haciendo tiempo. La molestia en los locales era evidente. Entonces apareció el árbitro Diego Montaño y lo expulsó.
¿Cuántas veces no ha pasado eso fuera de la cancha? Justo cuando más prisa hay, el prójimo se da cuenta y por extrañas razones hace todo para provocar ira, frustración y ansiedad. Ahí es donde un Montaño no caería nada mal. Hablemos de estas situaciones.
Cuando vas bajando/Subiendo las escaleras y te toca una señora gorda que ocupa todo el espacio

Vas a entrar al metro y el único torniquete con lector de tarjetas que sirve está ocupado por turistas
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La cajera a la que le caíste mal y se pone a contar el dinero justo cuando te toca pasar

El chofer refinado que hace triple fila para dejar a un niño en la escuela

El policía que te para porque “creo que se pasó el alto” y te hace perder 15 minutos -mínimo- para decirte, “sígame”
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