Para ser ídolo, no se necesita estar mucho tiempo en un club. Si no lo creen, pregúntenle a Maradona, quien sin ser canterano xeneize, es uno de los futbolistas que más recuerda la afición de Boca Juniors.
Con apenas 20 añitos, en 1981, Diego llegó a Boca luego de su enorme inició en Argentinos Juniors. El pibe participó en 40 partidos oficiales, clavó 18 goles y se llevó el torneo local. Después de eso, se lanzó a Barcelona.
El resto es historia… el muchacho se convirtió en D10S, triunfó en clubes y en la albiceleste. En 1993 regresó a Argentina, pero a Newell’s, la cosa es que su paso se manchó por la sanción de la FIFA por doping después de Estados Unidos ‘94.
El Diego estuvo inactivo 15 meses, cumplió su castigo y regresó a ser Azul y Oro en el 95. Tuvo su segunda etapa en la Bombonera. Diego ya era un líder, de los mejores del mundo y lo demostró en la cancha. Jugó sus últimos partidos como profesional en Boca Junios. En octubre de 1997, Maradona colgó las botas en el Monumental.
Sólo pudo ganar una liga en los tres años que estuvo con los xeneizes, pero su calidad valió para que se haya convertido en ídolo. Si no eran goles, eran asistencias o mínimo una jugada de fantasía. El ‘10’ de Boca siempre será recordado por propios y extraños.
Con información de La Voz y La Nación