“¡Campeones, campeones, olé, olé, olé!”, el cántico de miles de aficionados del América hacía temblar al Ángel de la Independencia. Tambores, trompetas y bengalas teñían de amarillo y azul Reforma, mientras la afición celebraba a rabiar el título 14, logrado tras vapulear 3-0 a Tigres en la final (4-1 global).

América volvió a coronarse tras cinco años de sequía

Tras cinco años de sequía, el club más ganador del futbol mexicano volvía a coronarse en una noche que será recordada por siempre en los anales del equipo. “¡Vamos, vamos, América; que esta noche tenemos que ganar!”, coreaba la marea humana entre el estruendo de las trompetas.

La euforia era mayúscula. Banderas al viento, espuma volando y niños sonriendo en hombros en su primer festejo de campeonato. “Put* Nahuel, put* Nahuel”, le recalcaban al arquero felino, expulsado en la final. Todo era felicidad para el americanismo.

Vendedores ambulantes hicieron su agosto

Rápidamente llegaron vendedores ambulantes para hacer su agosto con playeras alusivas al título 14, banderas y demás souvenirs conmemorativos de la gesta ante su acérrimo rival regiomontano en una noche que quedará grabada a fuego en la memoria colectiva azulcrema.

Algunos fanáticos aprovecharon las vallas metálicas alrededor del Ángel para hacer todo el ruido posible con trompetas y bombos, despertando a huéspedes de hoteles cercanos que no daban crédito al estruendo interminable.

América ya tiene dos estrellas más que Chivas

“Olé, olé, olé; campeón, campeón!”, el mantra se escuchaba cada vez con más fuerza, reafirmando que el América ya se había escapado a dos estrellas de su más cercano perseguidor histórico, las Chivas. “¡El que no brinque es Tigre!”, recordaban entre risas.

Pasada la medianoche la marea humana seguía creciendo, aficionados de todas las edades queriendo formar parte de la histórica celebración azulcrema en el corazón de la Ciudad de México. La noche fue eterna, había mucho qué festejar tras un quinquenio de espera.

El título 14 ya es una realidad irrebatible, y el americanismo hizo retumbar su felicidad en las paredes centenarias del Ángel de la Independencia.