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Por Chris Ángeles
¡Así es, el amor no existe! Pero no nos referimos al que sienten cuando ven a su crush pasar frente a ustedes mientras intentan lucirse con la pelota. No ese no; nos referimos más bien a esas rivalidades tan cañonas que cada que se dan, se encienden las alarmas. Denle el orden que quieran, aquí están las evidencias de que el amor no es ni será en el fucho.
EL Derby della Capitale. Una rivalidad que viene desde el 8 de diciembre de 1929. Duelo de ideologías y que dicen, marca una división invisible dentro de la ciudad; la gente de La Loba con ideas de izquierda y por su parte, los del Lazio simpatizando con la derecha fascista. Partidos con polémica, mucha pasión, violencia dentro y fuera de la cancha y en últimos años con muchos mensajes racistas. Estos dos no se pueden ver ni en pintura.
El Superclásico del futbol argentino. Millonarios contra Xeneises. Los dos equipos más populares de Argentina; ya sea dónde se juegue, en El Monumental o en La Bombonera es una fiesta de color, cánticos y aguante. El odio entre estas dos aficiones es latente; muchos incidentes de violencia se han suscitado alrededor de este partido. El último sucedió en el 2014 cuando Adrián El Panadero Napolitano tiró gas pimienta a los jugadores de River antes de salir a la cancha, lo que ocasionó que Boca fuera eliminado de la Libertadores. ¿Cuál amor?
El Clásico Intercontinental; el Derbi de Estambul. Dos de los equipos más importantes de Turquía. Marcado también por diferencias geográficas en la ciudad y por una pasión que se desborda. Por mucho que los jugadores intenten pasar desapercibidos al ambiente que se genera es imposible; el infierno turco es impresionante. Dos aficiones que se odian a morir.
También conocido como el Derbi de Glasgow o el Old Firm. Por lo regular los únicos dos equipos en Escocia que se juegan el torneo año con año y una de las rivalidades más viejas del futbol. El odio se da por dos principales divisiones: la religiosa, Celtic católicos y Rangers protestantes y por identidad nacional: escoceses irlandeses por parte de The Hoops y nativos escoceses por parte de los The Teddy Bears. Si se juntan esas dos variables tenemos una rivalidad que va más allá de lo deportivo. En la cancha nadie se anda con cariñitos.
El Derbi de los eternos enemigos o la madre de todas las batallas. Como sea que lo hagan llamar cada que sucede este encuentro Atenas se convierte en una zona de guerra. Marcado también por diferencias sociales; el Panathinaikos representando a la clase acomodada y el Olympiakos a la clase trabajadora. Un partido marcado también por su violencia dentro y fuera de la cancha. Aquí también el amor es inexistente.
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