El fútbol español tiene y debe cambiar. No hay de otra. Cada semana que pasa, cada jornada del campeonato demuestra que cuando se presume de tener la mejor Liga del mundo, no se hace otra cosa que faltar a la realidad. Ver como Arda lanza una bota al asistente y todo queda en una simple amonestación y multa de 300 euros… Tal cual.
¿Se imaginan ustedes que en pleno juicio el acusado o cualquiera que pase por allí lance un zapato? Pues algo parecido sucedió el pasado miércoles en el Calderón con la única consecuencia de una amarilla y una advertencia por formular observaciones a un miembro del cuerpo técnico. A distancia, claro está.
Lo curioso es que de la batalla campal vivida el pasado miércoles en el estadio rojiblanco, el peor parado fue el árbitro Gil Manzano. Está claro que no tuvo su noche y que se equivocó al no expulsar al jugador turco, pero que éste se vaya de vacío, clama al cielo.
Lo curioso del caso es que son los propios clubes los que quieren que se juzgue solo lo que el árbitro ve, es decir, que solo se sancione lo que el colegiado escribe en el acta. Solo vale el video si existiera una denuncia, bien de uno de los implicados o bien de un tercero. Pero nadie denuncia, no vaya a ser que un día me denuncien, piensan los dirigentes de todos los clubes.
Mientras, unos kilómetros arriba, allá en las islas, la Premier ha decidido sancionar a Diego Costa y a Mourinho de una tacada. Al primero nadie le expulsó, pero el comité de competición inglés ha decidido que el delantero del Chelsea debe perderse los tres próximos partidos. ¿ Por qué? Pues porque el video ha demostrado que el hispano-brasileño pisó a Emre Can de manera cobarde y traicionera. Vamos, como en España, que uno tira una nota y como si nada.
Al técnico la sanción ha sido económica, de 30.000 euros. Y todo porque habló de campaña en contra de su equipo y demás. A la semana, sanción al bolsillo, lo que duele de verdad. La consecuencia ha llegado en forma de silencio del portugués. Nada nuevo.
El tiempo demuestra que Sergio Ramos tenía razón al afirmar que la Liga tenía mucho que aprender de la Premier.