Por: Marco Malvido
La decisión de FIFA de mover el partido entre Cruz Azul y Real Madrid de Rabat a Marrakesh ha sido un gol, o varios, a favor de los merengues. El fango hubiera sido un aliado celeste, así como lo fue del Wanderers.
En el futbol, como en la vida, hay niveles. Cruz Azul es más que Sydney Wanderers, pero las condiciones de la cancha del Stade Moulay Abdellah por poco le cuestan la eliminación a los mexicanos en cuartos de final.
La mudanza de la semifinal del martes al Stade de Marrakesh supone la eliminación de un factor que hubiese podido recortar la distancia futbolística entre Cruz Azul y Real Madrid.
Los celestes tenían la esperanza de utilizar el recurso que mantuvo al Wanderers con vida hasta los tiempos extra, pero el comité organizador no se podía dar el lujo de arriesgar la integridad del invitado distinguido del torneo y cambió la sede.
La decisión caló en el seno de la delegación mexicana. Así lo reflejó Mariano Pavone en sus declaraciones al diario As español: “Si el Madrid quería cambio de escenario nos podíamos haber ido a México a 2.230 metros de altura”.
El Tanque recordó que ellos ya han jugado en albercas: “Nos tocó en el Azul jugar un partido así. En cuanto llueve se hacen filetones y en un partido contra Chiapas se complica. La cancha no tenía un buen drenaje en Rabat. Eso está claro y nos perjudicó contra el Sidney”.
Sin charcos, se acabaron los aliados para Cruz Azul. Pavone lo sabe, pero mantiene intacta la esperanza. “Tenemos que enfrentarnos todos a los mismos elementos. Podía haber sido una ventaja para nosotros, está claro. Pero no nos tenemos que lamentar”.