Por: José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
Son las cinco de la tarde del 2 de mayo año 2009; Barcelona cruza el Paseo de La Castellana para decidir la Liga en el Bernabéu. Hasta ese momento, fecha 34 del campeonato, Lionel Messi ha jugado 157 partidos oficiales con el Barça en los que marca 74 goles. Minutos antes del primer Clásico de Guardiola en el Bernabéu, el joven técnico mantiene una sencilla conversación con Messi, apenas fue un momento: “Leo, juega Samuel por tu banda, quiero que te metas por el centro delante de los centrales Cannavaro y Metzelder, a las espaldas de sus medios centros Gago y Lass. No te preocupes, detrás tuyo van Xavi y Andrés, por la izquierda Henry, y Dani se adelanta unos metros por derecha. Encara y arranca por el centro, acompaña y vuelve cuantas veces quieras…”.
La conversación dura tres minutos. Tres minutos que cambiaron la historia del Barça y buena parte de la historia del futbol. Antes de ese momento, Messi había jugado siempre pegado a la banda derecha para caer en diagonal al centro. El partido de esa tarde, no hace falta recordarlo, termina 2-6 y unge a Messi, extraordinario jugador entonces, en futbolista total, el goleador más temible de la época y hasta la fecha, el mejor del mundo. Nunca regresó a la rígida banda derecha donde empezó. Se volvió el dueño del balón, el eje de todo, el amo del campo. A partir de esa tarde, Messi ha jugado 275 partidos con el Barça en los que ha marcado 283 goles alcanzando un promedio salvaje. En total 363 goles en 436 partidos, incluyendo un año natural, el 2012, cuando marcó 91 goles entre club y selección. Desde luego que Guardiola no enseñó a jugar futbol a Messi, pero en un momento, tan solo con unas palabras, nos cambió la perspectiva del juego a todos.