El futbol mexicano no podía estar excluido del ingenio de los mexas y menos en cuanto a apodos se refiere. Muy pocos jugadores se han salvado de los sobrenombres y algunos han corrido con la mala suerte de ser objeto de los peores en la historia, como estos ocho casos:
Cyrano de las canchas
No podíamos empezar esta lista si no es con un apodo puesto por Ángel Fernández a una leyenda del futbol mexa como Enrique Borja. Aunque hay que aceptar que no es el mejor sobrenombre que alguien puede querer. Su razón se debe a la prominente nariz del crack del Ame, similar a la del dramaturgo francés.
Pocahontas
Difícil y todo, pero adivinaron jajaja #ElJugadorSecreto es Joel Huiqui. Le apodé #Pocahontas en su época en @Cruz_Azul_FC. ¡Bravo cracks!???? pic.twitter.com/1VU7THtaYO
PUBLICIDAD— Luis Omar Tapia (@LuisOmarTapia) December 9, 2016
Antes de convertirse en HuiquiDios, el ex de Cruz Azul fue apodado por Luis Omar Tapia con el nombre de la princesa algonquina que Disney hizo famosa. No hay que ser un genio para descubrir que el motivo de este apodo es por su apariencia física.
Jamaicón
No hay una razón exacta del porqué de este sobrenombre, pues Javier Villegas ha jurado llevarse a la tumba el motivo, no sin antes maldecir al que se lo puso. Su apodo trascendió más allá del futbol por el síndrome que se bautizó en su nombre cuando un mexicano en el extranjero extraña su casa.
Chofis
Entre los más feos de los tiempos más recientes no podía quedar afuera el de Eduardo López. Su apodo se lo pusieron Giovani Casillas y Carlos Fierro por el parecido de Lalo con Daniela Sofía López, una aficionada de Chivas y hermana de una exnovia de Casillas.
Pichojos
No bastó con tener un jugador con este apodo, tanto Luis como su primo Tomás y su hijo Mario, fueron bautizados con esta singular palabra y todo se debe a la peculiar y rasgada forma de sus ojos.
Chore
Porque los ojos no son el único rasgo del que puede nacer un apodo, también están las orejas y si algo identifica a Édgar Mejía es el tamaño de las mismas. Sus compañeros no tuvieron piedad y para no decir “pinche orejón”, todo quedó en el Chore.
Picas
Aquí sí el aspecto físico nada tiene que ver. Su significado proviene de las artimañas que Octavio Becerril utilizaba para detener a sus rivales. Cuentan que escondía un alfiler para picar a los delanteros que le tocaba enfrentar.
Chuletita
Al igual que el del Pichojos es un apodo que ha pasado de generación en generación, pero aquí con algunas modificaciones. Su padre fue conocido como el Chuletas, su hermano mayor como el Chuleta y a Javier Orozco le tocó ser la Chuletita, todo porque ninguno de sus compañeros se sabía su nombre.