¡Se acabó! La sufrimos bastante con el talento de Heung Min-Son, pero desafortunadamente ya no podremos disfrutar de su futbol por un buen rato y no solo en Rusia.  Tendrá que dejar el futbol para cumplir el Servicio Militar Surcoreano, el que hubiera evitado si calificaba a Octavos.

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Dejó todo en la cancha, intentó competirle de la manera más adecuada a México. Dribló, corrió, tiró, intentó, nunca se cansó de meterle presión a los nuestros. Un jugador único, diferente a comparación de sus compañeros.

Demostró ser el alma de su país, no por nada es el mejor de los últimos años. Su perseverancia tuvo recompensa al final del partido. Fiel a su estilo sacó la bicicleta y sin ver donde estaba Ochoa sacó un riflazo digno de reconocer.

Fue fuerte, asimiló la derrota, eso sí, reconoció a sus compañeros, a su escudo porque el alma se quedo en Rostov; su apodo de Sonaldo no es en vano, sino por por todo el potencial que explota en su equipo los Spurs y con los Guerreros Taeguk.

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En la cancha no lloró, pero en los vestidores no resistió. Empezó a circular una imagen de su impotencia, de las lágrimas después de la derrota; no es para menos, está justificado: No pudo él solo. 

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