Por Asairi Nava
15 de mayo de 2002, Harry Potter se hacía presente en la final de la Champions donde se enfrentaron el Bayer Leverkusen y el Real Madrid en el Hampden Park de Escocia. Zinedine no sólo la oportunidad al Madrid de llevarse la Orejona a casa, también nos dejó una estampa que jamás se nos borrara de la mente.
Los asistentes al estadio del Queens Park F.C. eran testigos de una de las finales más difíciles que enfrentaron los merengues, quienes se presentaban como los favoritos a llevarse el trofeo. No contaban con los alemanes, quienes contra todo pronóstico se instalaron en la final.
Ninguno de los dos equipos pasaban por un buen momento, el Real Madrid solo pudo obtener el tercer lugar de la tabla, debajo el Valencia y del Depor, equipo que además de aventajar en las posiciones a los merengues, les arrebató la Copa del Rey. Por su parte, los alemanes después de dominar la Bundesliga la mayor parte del tiempo, fueron superados al final por el Dortmund, y perdieron la final de la Copa Alemana frente al Schalke.
El Madrid les cedía el balón, los dejaba llegar pasar la media cancha para poder atacarlos y tratar de meterlos en aprietos mediante el contragolpe, cosa que les dio resultado muy temprano en el juego, cuando Raúl definió frente al portero para notar el 1 a 0. Pero inmediatamente reaccionó el cuadro alemán anotando el empate al minuto 13 por parte de Lucio, después de un cobro de una falta que cometió Makelele en medio campo.
Los minutos transcurrían bajo la misma tónica, las aspirinas atacando con todo y los merengues aguantando atrás y esperando un contragolpe. Solari recibió el balón en media cancha, mandó un pase bombeado a Roberto Carlos que mandó el esférico muy alto con rumbo al área grande. Una verdadera pedrada de pase que bajaba a gran velocidad, justo hacia donde el genio de Zidane esperaba con ansias que estuviera a la altura correcta. Prendió el balón de volea ante la atónita mirada de Michael Ballack, una verdadera obra de arte que se coló en el ángulo derecho de la portería defendida por Butt.
Había marcado lo que sería el mejor gol de la historia de la Champions y de la UEFA. Hace 16 años de aquel maravilloso gol, esa pincelada que siempre recordaremos al ver a Zidane en el banquillo merengue.