Gianni Infantino, ese cuarentón calvo, con cejas pobladas, de mirada penetrante, nacido en una pequeña aldea en Suiza, que presentó sus propuestas junto a Luis Figo, Fabio Capello, José Mourinho, Roberto Carlos, sacando músculo ante las cámaras como Popeye cuando come espinacas, es uno de los artífices que impulsó el fair play financiero de UEFA, un instrumento de control para regularizar los gastos de los clubes europeos, pero que en realidad, según la visión de Infantino, también serviría para estrechar la diferencia entre los equipos todopoderosos y los pequeños de Europa con la finalidad de evitar que la diferencia competitiva entre ricos y pobres sea menor que la que existe hoy en día. Así, trataría de contrarrestar el poder financiero de clubes como el Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich, Manchester City, PSG, entre otros, para darle mayor oxígeno a equipos de segunda y tercera línea como el Valencia, Liverpool, Borussia Dortmund, Nápoles, etc.
Abogado de profesión, se convirtió en el brazo derecho de Michel Platini. Tuvo que escalar durante 15 años puestos dentro de la industria del futbol para llegar a la presidencia, en donde ha prometido que en 90 días cambiará la historia de FIFA. Y vaya que cambiará, pero no solo en materia de transparencia, sino también en lo futbolístico.
Infantino sostiene su programa en tres pilares. El primero va encaminado a crear reformas estructurales y fomentar una buena gobernanza, es decir, un presidente no podrá establecer una dictadura como la de Blatter sino que máximo podrá estar tres periodos de cuatro años cada uno. Incluirá asesores independientes a la FIFA para salvaguardar la integridad del órgano y darle más autoridad, credibilidad y legitimidad, en pocas palabras, limpiar la imagen de FIFA e incluso restarle poder al presidente para distribuirlo en otras partes. Hasta ahí todo bien.
El segundo pilar se refiere a “la democracia y participación”. Aquí viene el debate. Infantino propone hacer un mundial con 40 selecciones para el año 2026. Qué significa esto en términos futbolísticos, que el nivel de juego que el aficionado espera ver cada cuatro años, cuatro años que para algunos parecen veinte, será inferior al haber selecciones con menor calidad, esto en favor de la democracia y participación, diría Infantino, pero algunos mal pensados, dirían que no sólo se trataba de “democracia y participación”, sino también de ganar votos, repartiendo ocho boletos más, distribuyéndolos entre todas las confederaciones, para ganar la elección presidencial de FIFA.
Mayor participación en una Copa del Mundo para qué, ¿para darle oportunidad a más selecciones de ganar por primera vez una Copa del Mundo? Los mundiales los ganan pocos y y difícilmente cambiará. Menos con la participación de ocho selecciones más en un copa del mundo en detrimento del espectáculo. Hoy en día el aficionado tiene acceso, ya sea por internet o por televisión de paga, a las mejores ligas. Tiene un criterio mucho más exigente que hace una década. No sólo se conforma con ver futbol o la camiseta de su equipo nacional, sino que sigue con marcaje personal a los grandes de Europa, que marcan el ritmo del espectáculo en el balompié. Lo que quiere el usuario y aficionado es espectáculo, no solo democracia. Las pequeñas selecciones no dejarán de soñar con vencer a Alemania en la fase de grupos o en cuartos de final, ni tampoco Canadá entrando calificando a un Mundial de 40 soñará con ganar la Copa del Mundo.
El tercer pilar es “desarrollo del futbol”, es decir, llevar el futbol a más países y apoyarlos con más recursos. Infantino diría que parte de este programa es hacer un mundial con 40 equipos y así asegurar el crecimiento de otras naciones para que en un futuro sean más competitivas. El problema es que en lugar de mantener la competencia sana y futbolística en cada región para incrementar el nivel futbolístico, con esta medida de 40 selecciones se facilita el boleto a los más poderosos de cada región, como México, que seguro pasaría, como bien dicen, “caminando”, por 'decreto'.
Infantino llega a la presidencia de FIFA, con lo cual el organismo tendrá una relación mucho más estrecha con UEFA, el futbol europeo cobrará importancia, querrá democratizar el futbol haciendo un mundial con 40 selecciones para 2026 y apoyando económicamente a país con bajos recursos futbolísticos, pero lo más importante a corto plazo es limpiar y transparentar las finanzas, difundir los ingresos y egresos del consejo y sus directivos, para recuperar credibilidad, y luego podrá pensar bien, con calma, sentado en su sillón presidencial, si lo de las 40 selecciones fue sólo un mecanismo populista con el fin de ganar votos para dirigir el mundo futbolísticos desde Suiza, su país natal.