Por: Carlos Hernández
El balón ha salido de su pecho. De la forma menos ortodoxa de rematar un balón a portería, Clint Dempsey está a punto de marcar el gol que pondría adelante a la selección de Estados Unidos. Con 31 años y el gafete de capitán, Dempsey hizo olvidar a Landon Donovan, puso a un punto de la clasificación a su equipo, y de paso le obsequió credibilidad al proyecto a largo plazo de su entrenador.
Desde la red somos testigos del Brazuca dirigiéndose a la portería. Desde allí, tal vez estemos ante el inicio de la era definitiva para el fútbol estadounidense. Ajenos por mucho tiempo a un deporte al que se debe seguir sin descanso, so pena de perderse tal vez la única gran jugada en un partido, las imágenes de las multitudes que se congregan para vitorear a sus nuevos héroes reflejan un nuevo sueño americano.
El romance entre el fútbol y los norteamericanos parece ser amor eterno. Bruno Alves mira de modo indecible como un anarquista más se ha unido a la fiesta brasileña que está rompiendo tradiciones. Con el pecho de Dempsey de por medio, la selección de Estados Unidos se está convirtiendo en un éxito popular precisamente porque ofrece al mundo la ilusión de que el fútbol le puede pasar a cualquiera.