El hervor del campo de San Nicolás de los Garza provoca una sensación inexplicable en el espectador que por vez primera se para ahí. Las vibraciones son contagiosas y el pulso se eleva a niveles estratosféricos en ese ambiente.
Es la cancha de Tigres, inmueble sagrado para los fanáticos del equipo local. Ahí, con todo su espíritu, buscará emular sus mejores momentos para impulsar una nueva gesta del balompié mexicano.
Tigres no es la Selección Mexicana, pero esta noche el Universitario será el centro de gravedad del futbol azteca, pues el equipo de Ricardo Ferretti buscará traer a México un título que se ha negado dos veces a los equipos de la hoy Liga MX.
Los recuerdos son lo mismo dulces que amargos. Aquella maldita serie de penales contra Alemania Occidental en los cuartos de final del Mundial de 1986 fue una herida que tardó años en cicatrizar. Una pequeña revancha llegó en 2011, cuando los jóvenes de la segunda generación dorada Sub-17 dieron cuenta de una Holanda que contaba con Memphis Depay en sus filas.
Hoy hay una nueva oportunidad para que las memorias sean alegres y se pueda decir que, por fin, el invitado incómodo no se quedó en la orilla. Es también oportunidad de legitimar la participación de equipos nacionales en el torneo de clubes más importante a nivel continental, porque es un hecho que varios clubes de este país no han dimensionado el tamaño de la Copa Libertadores.
En el Volcán se comenzará a escribir una historia que podría ser gloriosa para los Tigres y la Liga MX. Esta noche, el 'Uni' es de todos.