1.- Nada era como debía ser. Cuando dijimos que seguro íbamos al Mundial, apareció CONCACAF para ponernos un alto. Cuando decíamos que era cuestión de disminuir los excesos de confianza para salir de la crisis, los resultados adversos nos siguieron apretando. Cuando respiramos por ganarle a Nueva Zelanda, vimos a continuación que era más difícil meter un gol a un equipo serio que marcarle nueve a jugadores de rugby. Cuando veintitrés maletas estaban en el avión, hubo que bajar dos. Cuando ya no hubo movimiento en la lista, lo hubo en el marcador. Primero Bosnia, después Portugal. Nada era como debía ser. Hasta hoy. Aunque quizás no sea como debió ser, sino mejor, porque venimos del infortunio, de la pobreza, y tener un debut así devuelve la sonrisa. Puede pasar de todo a partir de mañana. Nuestra historia la conoce el mundo, tanto que The Guardian nos califica como el equipo más aburrido del Mundial por siempre pasar el protocolo y perder en los choques a eliminación directa. Pero aunque todo se fuera al carajo, como siempre, habrá valido la pena este comienzo.
2.- Para ellos la patria sí va de por medio. O el orgullo, o el hambre. Me importa poco si juegan para sí mientras lo hagan como hoy lo hicieron. Llevan puesta la verde o la roja, según sea el caso. Me basta el color para colgarme de su esfuerzo. El aficionado es un eterno beneficiario de lo que hacen los jugadores en la cancha. Recibe sin hacer gran cosa a cambio. Hoy aprovecho esa condición más que la de periodista para decirme apasionado con la desconocida cara de este equipo. Si mantienen la intensidad, la van a romper. Mientras ellos actúen como soldados, o me lo parezcan por más que la única causa que persigan sea la propia, seré uno más dispuesto a sacar los cuchillos para defender el nombre de México en el Mundial. Hay veces que la patria sí va de por medio. Ellos lo están demostrando.
3.- Me cuesta inspirarme.Cada elogio es un latigazo a lo que he venido criticando. Me siento tentado a escribir con reserva, a dosificar los conceptos positivos. No lo haré. No lo haré porque me parece una buena oportunidad para hacerles entender, a ustedes, a los que me vetaron y a los que en Twitter trollean rescatando publicaciones pasadas contrastándolas con lo que ocurre en el momento, que realizar una crítica o pronóstico se hace, sobre todo en Selección Nacional, con el afán de que te obliguen a cambiar de parecer. Si acabo de criticar a Oribe Peralta y anota, me da gusto aunque ello represente quedar expuesto. Si quisiera tener siempre la razón, diría que Cruz Azul va a perder en la final o que Atlas no será Campeón. Lo demás lo hago sabiendo que los hechos pueden dejarme callado. Los reto a correr esos riesgos. Aquello de más vale ser historiador que profeta es parte de la sabiduría antigua. Lo cómodo no cabe más.
4.- Y también tengo argumentos para defender mis puntos. Si Oribe Peralta anotó tras el rebote a un disparo de Gio, no me es suficiente para firmar la cédula que lo pone en la alineación titular. Oribe anda mal. Se había comido una del tamaño del Piojo. Se iba a ir en ceros. Aprovechó un rebote y dio el triunfo, pero no mereció ser el jugador del partido. Ese fue Giovani,un crack de ocasión. Si Dos Santos dejara de ser tacaño consigo mismo, sería de élite.
5.- La nada o el todo. Guillermo Ochoa era el protagonista natural. Hasta antes del silbatazo de ningún jugador se había hablado más. Se pasó setenta y cinco minutos con presencia, pero sin peso. No hacía falta. Nadie lo exigía. La vez que la pelota fue a las redes, medio Camerún estaba en fuera de lugar. Sin embargo, algo en el guión mexicano siguió conectándose con Paco Memo. Cayó el equipo mexicano, aún en medio de la destacada actuación, en el sufrimiento típico del que gana por uno. Le pasó a Brasil ayer después de que el árbitro le hiciera el trabajo. Allá, en Sao Paulo, apareció Julio César para validar la injusticia arbitral; acá, como en slow motion, Ochoa se mandó una atajada repleta de discurso. Se estiró para la fotografía, se colgó del balón y lo atrapó para no soltarlo nunca. La de hoy era su noche. Y lo fue. Sin aspavientos, sin el show del que huyó para algún día volverse mundialista titular. En las crónicas internacionales, el rol de Ochoa se reduce a la nada. Camerún atacó muy poco. Al interior del equipo mexicano, Francisco Guillermo lo dijo todo.
6.- No fue buen día para mis análisis. Guardado fue el hilo conductor. Giovani jugó por nota. Maza Rodríguez salvó una diagonal retrasada. De este último me sorprende más que de los otros dos. Andrés y Dos Santos brillan, aunque lo hagan muy de vez en cuando. Pero el Maza suele ser constante en su mal rendimiento jugando para la Selección Mexicana. Ante Portugal, tuvo alto nivel de culpa. A Cruz Azul aún no llega y ya se llevó el DRAFT por ser considerado como la ilustración perfecta de lo que los directivos celestes piensan de la afición. Hoy me mandó callar. No para siempre. Sospecho que durante el Mundial me volverá a dar armas. Mientras tanto, me pinto dedo y ni quién le pueda decir algo. El Maza cumplió a cabalidad. Que lo siga haciendo, aunque eso implique tragarme las palabras y hasta el dedo.
7.- Los americanistas sabrán a lo que me refiero. Esta Selección tiene la propiedad intelectual de las Águilas. Lo digo sin afán de segregar. La Selección Mexicana se pareció al equipo que le ganó la final al Cruz Azul en el último minuto. Las mismas ganas, la misma intensidad, la misma unión y el mismo técnico. El FODA del Piojo puede tener muchas variables a discutir, pero una que se daría por descontada hasta en un concurso sería la de su capacidad para provocar que un grupo comparta un objetivo. Vencer a este México será más difícil que a los de otros Mundiales. No hay envidias, cuando menos no visibles, y existe una comunión que se proyecta a la tribuna. Herrera a su modo y en un futbol demasiado emocional ha dado un paso gigante como seleccionador nacional.
8.- Camerún no pareció africano. Escribí ayer que los estereotipos estaban en desuso. Los cameruneses lo corroboraron. El problema es que en realidad no fue que pudiera amoldar su estilo al de otros, sino que me parecieron un equipo sin armas. Con fuerza física y algo de pegada en ataque, pero sin propuesta. Ni tenían precisión en el toque ni vértigo para decir que juega al contragolpe. no intentaron disparos de media distancia. No hubo quiebres tribuneros. Vaya, ni siquiera el color de los leones. Sin el verde, del que México se apropió, Camerún no me pareció Camerún. NI en su viejo y feroz estilo ni en el que nos ofrecen las selecciones dentro del futbol globalizado. De Leones no tienen nada.