En este futbol dominado por la prisa y la ocupación, no por la paciencia y la perspectiva con que Iniesta y Xavi domesticaron el tiempo y distribuyeron el espacio, se publican equipos y jugadores de época todas las semanas. Hace un mes era el Madrid de Cristiano, hace una semana fue el Barça de Messi y desde hace 48 horas vuelve a ser el Real Madrid, pero el de Isco. Con esa ligereza el futbol y sus perseguidores proponen a Isco, un futbolista ligero, como el sustituto de Andrés Iniesta y Xavi Hernández.
Iniesta era, para mi aún lo es, un jugador que gobierna al tiempo. Como era Xavi, y para mí sigue siendo, un jugador que organiza el espacio. Un segundo de Iniesta con la pelota es mucho tiempo: arrulla momentos, atrae rivales, desmarca compañeros, despierta instintos, levanta tribunales y se clava en la memoria. Un segundo de Iniesta modifica el tiempo. Recuerda sus grandes jugadas y comprobarás que todas, están hechas de un segundo. Un segundo de Iniesta va contra corriente, crea un movimiento. Igual que un espacio descubierto por Xavi se vuelve un lugar donde nacen ideas, se inventan jugadores y se han levantado civilizaciones. Durante el tiempo que gobernó Iniesta y dentro de los espacios que descubrió Xavi, se formó un Barça inolvidable, la selección española fue campeona de Europa, del mundo y también, creció Lio Messi. Segundos de Iniesta cambiaron la historia y espacios de Xavi fundaron la nueva cultura del viejo futbol.
Hoy, a lomos de Isco camina el Real Madrid, un peso pesado que lo mismo hunde que impulsa. Necesitado de un jugador bandera, que además de madridista sea español, Isco se vuelve el candidato y Andrés Iniesta o Xavi Hernández, los recuerdos. El problema es lanzar un muchacho de 22 años a una batalla pública contra tantos y tan buenos recuerdos. La lucha de Isco entonces, no debe ser contra ellos sino contra el tiempo y en estos tiempos del futbol: meses, semanas, horas, persiste el olvido. Ya no hay tiempo y apenas queda espacio.