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Jordan, el rey que renunció a su trono para ser beisbolista

La noticia de la baja de Jordan de los Chicago Bulls, equipo con el que habí­a ganado el tricampeonato de la NBA entre 1991 y 1993, cimbró al deporte estadounidense e internacional.

Roberto Quintanar

Por: Roberto Quintanar

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Un soberano es capaz de dejar en la memoria del tiempo  alguna o varias frases que marquen una época por ser significativas de ese periodo histórico. 

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El ejemplo más claro de esta voz fue Luis XIV, monarca francés que hizo célebre la frase “El Estado soy yo” en pleno apogeo del absolutismo monárquico europeo. Mucho tiempo después, otro monarca de un ámbito muy distinto lanzó la frase que marcaría al deporte de los años noventa: “I'm back”, acuñada por el rey del baloncesto, Michael Jordan.

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Jordan era considerado el mejor atleta del momento en los Estados Unidos en 1993. Apenas un año antes,  había dicho en tono de broma (aunque no tanto) a Magic Johnson y Larry Bird, los dos jugadores que revivieron el interés por el baloncesto en los ochenta,  que había “un nuevo sheriff en el pueblo”. Pero algo no hacía feliz a Mike en su mandato; inesperadamente, el maestro decidió  retirarse de la NBA tras el asesinato de su padre en julio de ese año. Su motivo principal era cumplir un deseo que él y su finado progenitor se habían trazado algunba vez: que Michael jugara béisbol.

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La noticia de la baja de Jordan de los Chicago Bulls, equipo con el que habí­a ganado el tricampeonato de la NBA entre 1991 y 1993, cimbró al deporte estadounidense e internacional. De igual forma, su decisión de hacer los campamentos de primavera con Chicago White Sox (equipo de béisbol cuyo dueño era el también propietario de los Bulls, Jerry Reisndorf) provocó lo mismo sorpresa que burlas, sobre todo cuando fue enviado a sucursales. ¿Qué hacía el rey de las duelas tratando de conquistar un diamante que le era ajeno? 


Pese a las dudas iniciales, Michael tuvo un rápido aprendizaje con los Birmingham Barons de las ligas menores, bateando un promedio de .202 e impulsando 51 carreras incluyendo tres vuelacercas. Poco después jugó con los Scottsdale Scorpions de la Arizona Fall League, donde bateó para .252. Contrario a lo que algunas revistas deportivas habían pronosticado y a las burlas de varios periodistas, Jordan demostró que tenía condiciones para ser pelotero. Además, nunca en la historia de las menores los parques tuvieron tanto público como cuando Mike se paraba en el plato.


El Rey dejó el trono para hacer labores de campo con otros campesinos. Ahí, Su Majestad dio otra cara, la de un hombre de trabajo duro, capaz de abandonar la comodidad de su reino para perseguir otros sueños. El béisbol le devolvió a Michael el amor por la vida y el deporte, algo que había dejado en el cajón del olvido tras el incidente de su padre.


La huelga suscitada a finales de 1994 en la MLB aceleró el regreso de Jordan a las duelas. Pese a las ofertas para mantenerse junto a algunos “esquiroles”, Michael no quiso seguir con la aventura (algo que habría sido indigno).  Nadie esperaba con más ansias a su soberano que los Chicago Bulls, quienes habían tenido un año muy discreto, perdiendo en playoffs ante los New York Knicks, y  que en la campaña de 1995 se encontraban con una marca de 31-31. Phil Jackson y sus jugadores, entre los que se encontraban cortesanos de la calidad de Steve Kerr, Scottie Pippen y Toni Kukoc, estaban en un hoyo.


Mike tomó un descanso y meditó un rato hasta decidirse, algo que no le costó mucho. Su Majestad llamó a una conferencia de prensa el 18 de marzo de 1995 para reclamar su trono con dos palabras: I'M BACK (estoy de regreso). Esa frase tan corta provocó un impacto profundo a nivel mundial, pero sobre todo cimbró los vestidores de todos los equipos de la NBA. Nadie podía atreverse siquiera a tocar el trono vacante desde la partida de Jordan. Todos los jugadores lo sabían.


La noche del regreso de Jordan con los Chicago Bulls no pudo ser más complicada. El rey de las duelas, quien usó el número 45 debido a que su tradicional 23 habí­a sido retirado como una forma de homenajearle, apenas anotó 19 puntos ante los Pacers de Indiana en un duelo que su equipo perdió. Sin embargo, diez dí­as  más tarde, MJ se ensanó con los Knicks. El Madison Square Garden fue testigo de los 55 puntos anotados por Su Majestad, incluyendo la canasta del triunfo cuando faltaban unos pocos segundos para terminar el duelo. Fue su manera de reclamar el trono.


Las estrellas que habían formado parte del “Dream Team” en Barcelona 1992 coincidirí­an tiempo después en lo mucho que la NBA extrañó a su soberano. La muestra fue un nuevo tricampeonato conseguido por los Bulls entre los años 1996 y 1998. Cuando un soberano legítimo y justo reclama el trono, sólo queda rendirse ante él. Larga vida al rey Jordan.

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