Por: Ángel Armando Castellanos
Un día como hoy, pero de hace 11 años, un joven de 19 años recibía la oportunidad de ser titular en la portería del América. Lo tenía todo: un nombre de telenovela, un look fresco y la aventura en puerta más grande de su vida, ser el nuevo ídolo del arco azulcrema.
Fue Leo Beenheakker quien ante la lesión de Adolfo Ríos, decidió ponerlo en la portería y comandar a un equipo, que al final, terminaría sin liguilla y con una limpia interna que no incluyó al de Guadalajara. A la mente de los americanistas vinieron nombres como el de Christian Martínez o Alberto Becerra, quienes al final acabaron fuera del club por la puerta de atrás.
De hecho, el estilo de Paco Memo recordaba mucho al de Martínez, pero habría que ver si fue la personalidad o el título del Clausura 2005, lo que provocó que Guillermo se fuera ganando el respeto de la directiva. Otra similitud más con Christian, ambos fueron convocados y a muy corta edad por la Selección Mexicana, aunque de a poco, el tapatío se fue ganando un puesto, cosa que no sucedió con su antecesor.
Ochoa no ha cambiado demasiado desde hace 11 años. Más allá de que su imagen sigue siendo garantía bajo los tres palos, sus reflejos no dejan de ser efectivos y sus salidas por abajo son impecables; el problema, es que nos muestra una película de terror al buscar balones por arriba y al cubrir su primer palo, aunque para su fortuna, últimamente esos yerros no se han reflejado en el marcador del Málaga.
A 11 años de haberse dado a conocer como profesional, Guillermo ha demostrado que sin ser el mejor portero de la historia del futbol mexicano, sí pudo superar a sus antecesores al ser el primero en jugar en Europa y salir por la puerta grande del América, cosa que sólo Héctor Miguel Zelada había conseguido gracias a los títulos que ganó en Coapa. Además, es el segundo que menos tantos recibió en un Mundial, sólo superado por Pablo Larios, quien en 1986 aceptó sólo dos tantos, por tres de Ochoa en 2014.